Hay quienes llaman
felicidad
la simple
satisfacción de su estulticia
violentos impulsos
arraigados
en su despreciable
personalidad impositiva.
Sus soeces
aspiraciones
son obsoletas desde
la primer alborada,
cuando el
homo-sapiens
descubrió y utilizó
su precario humanismo,
percatándose de
tanta ignominia
contenida en el
insano “yo”
de ustedes,
gigantesco ogro
imponiéndose, amenazador,
hasta lacerar y
suprimir cuerpo y alma
de incuantificables
existencias ajenas...
¿Y, esos bárbaros
se consideran
venerables guías
y su complacencia es
plena
al recibir
adulaciones en raudal,
externadas por
esbirros y sicarios
adiestrados en lo
nefasto y hostil?
¡Cierto!, son
solitarios híbridos
de abyectos genes y
perversa simiente,
que en vano siembran
virtudes
en su triste
cementerio...
Extrañas mentes
surgidas de
estériles profundidades,
donde se agitan sus
turbias propuestas
de transitoria flama
y nocivo calor,
extinguibles por
nuestra indubitable equidad
que desconoce de
insidias y sobornos.
...¡Hay quienes
llaman felicidad
la simpla
satisfacción de su estulticia!
¡Miserables!
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