en rojo y negro,
seduce a ángeles como a suicidas
interpreta los lamentos
del teponaztli por las madrugadas
bajo las lunas de Albión.
Se lamenta por los corazones de los hombres
que como tunas rojas se derraman
bajo las garras de las aves de rapiña
que inundan las tierras de Anáhuac.
Aumentan los rumores de los habitantes de Mictlán
No pueden hallar paz.
Bajo la luna de sortilegios y conejos.
Avanzan, vienen
con sus bocas florecidas
con el oro de los dioses
vienen bajando con las doncellas
al ritmo del equinoccio.
No es con mi mano, sino con mi voz
que hago la imprecación, los llamo.
Miren, los volcanes están despiertos.
Es mucha la sangre y el dolor,
Con sus fumarolas
hace un llamado a los tlatoques.
vengan por mis hijos
para envolverlos con las palabras de luz
Y vuelvan a emprender el vuelo.
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