Letanía
Para
Ciudad Juárez
Hoy
amanecí con tu nombre atravesado en mi garganta,
me
nacieron alas para escribirte Ciudad olvidada de Dios.
A
la sombra de un naranjo, las hojas dictan y el aire me traslada
al
pasado que duele y se encona.
Una
niña platica con la muñeca sin brazo al ras de la banqueta
mientras
una cascada a muerte
nubla
humana cociencia.
Emergen
recuerdos en hilos de tiempo:
diminuto
cuarto, un calentón,
sostener
la respiración ante un aparato caja,
calles
de tierra, dólares fáciles y un río de miedo.
Ciudad
Juárez en mi memoria
Aún
respiro la humedad y bravura de tu Río
escucho
el chicotear de tules que adornan sus orillas,
y
entre sueños,
vislumbro
una sonrisa fantasma que me heredó inteligencia y apellido.
Fui
una niña con sueños azules,
jugué
con pedazos de juguetes, trompos y canicas que encontraba en la calle
del
basurero recogí hilos y tejí sueños.
Nací
de un óvulo joven y un esperma inteligente.
Disfrutaba
la buena comida que veía en la tele
y
soñaba con refinados gustos que simplemente, no existieron.
Me
divertía con mi hermana cuando pescábamos a las orillas del Río
Bravo
y
nos paseábamos por el desierto.
Sin
embargo, si no hubiera sido por la prudencia y arrebato de mi madre,
fuera
una más de ellas, de las muertas de Juárez. No tuviera críos, ni
esposo, ni la preñez de estos versos.
II
Las
hojas de los naranjos murmuran reclamos
de
princesas sacrificadas por grandes sátiros, de todos los tiempos.
En
cada reclamo se ahoga una voz aguda,
en
cada suspiro un padre sediento de venganza a un animal-perverso
que
asaltó la comisura de 500 clítoris ajenos
y
merece ser decapitado.
Hoy
mi voz quiere una plegaria para el murmullo de los naranjos,
para
las encarnadas voces que despiertan a esta sociedad
que
está perdiendo la sensibilidad del valor a la vida.
Mentira,
no hay poemas de amor, concientizadores o ecológicos que reanuden un
concierto de amor y paz.
Ni
existen poemas con fórmula mágica
para
encontrar a la persona amada.
No
existe un tormento que se olvide ni un amigo que resista
indiferencia.
Hay
días que las voces de los muertos tocan mi sueño
y
entre las tres y tres y media,
una
inquietud oprime mi garganta sin deseos perversos y, reanudo el rezo.
Sangre
que bombea lento, palpitar de última cita,
el
orgasmo maldito, sueños sin respiro,
cuencas
vacías y una Violeta perdida en un jardín pobre.
III
En
1993 un manto oscuro cubrió a Ciudad Juárez
Atmósfera
de frontera turbia, el ángel de la muerte
pintó
en su territorio una enorme cruz de ceniza.
Un
silencio atroz enconó la herida,
y
la perforó tímida entre su gente.
Frontera
púrpura, angustia de madre que desde el 93,
brota
de la Madre Tierra
Maquiladoras
que succionan la sangre de obreras
marginadas
y destinadas al olvido.
Ciudad
Juárez con sus miles de migrantes, violencia patriarcal,
Desigualdad
y la negligencia del un Gobierno Federal.
IV
Cobarde
el que arrebata la integridad ajena;
mientras
unas manos malditas y agresivas arrebatan el aire
a
féminas de larga cascada, delgadas y morenas.
Este
aire fronterizo que destila olor a muerte, a “lechada”, a nardo y
crisantemo.
Las
hojas esmeraldas tararean una canción de paz.
Mujeres
de cal, albas,
atribuladas
de gracia
que
portaban el pecado de ser pobres
y
extraviaron el camino a casa.
Hoy
fuerza imbécil de unos perversos
nos
arrebató a las 500 bellas que no cantarán más una canción de cuna
por simple hecho de nacer con el pecado de ser hembras.
Hoy
a ellas les pondremos un marco de oro
para
darles la justicia que no tuvieron en vida.
Y,
que la Justicia Divina tome justicia por su propia mano.
Un muy buen trabajo que pude leer en la página de la Agrupación Puerta Abierta Chile México.
ResponderEliminarFelicitaciones a Berónica desde Chile.