NUNCA MÁS LA GUERRA
No nacen malos los hombres,
no nacen equipados para pelear,
no traen odio en sus corazones
ni balas entre sus manos apretadas.
Todos aman a sus madres
y se aferran a sus pechos;
al crecer, quieren ir a la escuela
a aprender por qué cantan los pájaros,
cómo producen su luz las luciérnagas,
a qué hora se aman las iguanas.
Más grandes quieren abrazar
a una chica o un chico,
sentir el calor de un seno,
descubrir a Dios en la sensualidad
de una piel adolescente.
Algunos sueñan con escribir un libro,
otros, plantan sus árboles de esperanza
y casi todos y todas
querrán verse eternizados
en los ojos y en los sueños
de un hijo engendrado y concebido
con fe y libertad.
No nacen malos los hombres,
la guerra los hace malos,
los hace malos la injusticia,
la ausencia de pan y de afectos.
Esta es una oración
para que cesen todas las guerras,
para que sembremos más trigo
y menos minas.
Porque todas las armas sean fundidas
y se levante con ellas
un monumento a la estulticia humana
y en la base de esta escultura
con letras de oro y esperanza
el lema de esta oración:
Nunca más la guerra,
¡nunca, nunca más la guerra!
EL ABISMO
Es el desfile formidable de los espíritus
de las almas no muertas
que recorren lenta, nostálgica
incansablemente
los caminos polvorientos
enramados, enraizados
inconmensurables.
Nacieron en el cielo
en el maravilloso edén
sin frutos prohibidos
pusieron nombres hermosos
a las cosas creadas
y la tierra, el monte, el árbol
el río, las nubes, los frutos
les entregaron su frescura y candidez
su protección y belleza.
Es una caravana de rostros grises
apocados, derrotados
sus ojos miran sin ver
la gran tragedia circundante
Sus labios solo pronuncian
palabras de desconsuelo
sus gestos, sus movimientos
dicen que el paraíso se acabó,
que sus pasos los guían
hacia la desolación.
Fueron felices en la sosegada felicidad
de la simpleza,
Amaron la brisa de la mañana
el canto mañanero del ave amiga
el gorgeo en la rama del compañero
la frescura húmeda del líquido viajero.
Cultivaron el suelo con fervor de maestro
le extrajeron el alimento cotidiano
y le devolvían su gesto amatorio
con cuidados y desvelos.
Los marchantes casi no hablan
y cuando lo hacen sus palabras
son extrañas mascullaciones
de quejas, maldiciones,
maledicencias que hasta ayer desconocían.
Cada madre, cada padre,
abraza o lleva de la mano a sus hijos
e intentan dibujar una sonrisa que no llega
decir una oración consolatriz
que solo aumenta la desazón.
Mañana serán seres de tercera
en un mundo donde no caben
un mundo indolente
cruel, desigual, injusto, malsano
que nunca conocieron.
Sus ojos mirarán con espanto
el derribamiento de sus principios
cultivados durante muchas generaciones.
Mañara serán menos que sus amados
animales de compañía y supervivencia.
Mañana serán vilipendiados, ofendidos,
despreciados.
Mañana que es hoy
al final de la marcha sin destino
Mañana que llegará inexorable
sin haberlo pedido.
Mañana serán desechos, lamentos,
desolación, vileza, muerte.
Mañana
Mañana no serán
los que ayer no más fueron
los reyes de su minifundio,
los cultivadores
de la esperanza
los criadores
del futuro.
El pie marcha, el paso marcha
marcha el corazón
el pasado, la nostalgia
la vida.
Marchan los marchantes del
inconmensurable camino
con el dolor a la espalda
del crimen no cometido
y el abismo espera
espera
y se aproxima
cada vez más.
LA TAREA
La tarea de las aves
es llevarnos a volar
sobre la libertad de sus gorjeos,
regalarnos en su vuelo
la majestuosidad de sus colores.
La tarea de los maestros
es llenar los cuadernos de sus alumnos
de sensibilidad ante la belleza
y ante el dolor de sus semejantes.
La tarea de los árboles
es humanizar el concreto:
reverdecer las fábricas,
llenar de flores el corazón de los poderosos.
La tarea de nuestros gobernantes
es mirar menos
hacia la izquierda y hacia la derecha
y dirigir la mirada al frente
donde suplican los ojos de los niños
hambrientos de pan, de equidad y de justicia.
La tarea de los pobres
es engendrar y concebir
menos niños para los semáforos
menos hombres y mujeres
para la indigencia y la guerra.
La tarea de Suramérica
es declararse zona libre de conflictos,
desarmar los ejércitos y los corazones.
La tarea del poeta
es construir con palabras
nuevos caminos de hermandad,
reconciliación, paz y libertad.
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