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EL ENANO GRIS DE LA MANO ROJA
(Tragicomedia mexicana en un acto)
Escenario:
Un escenario blanco, luminoso. En la pared de enfrente una de las caricaturas que representan el mapa de la República Mexicana antropomorfa y acribillada a balazos o el águila del escudo nacional en las mismas condiciones. En medio y frente a la caricatura, la Silla Presidencial, sobre la que se encuentra el enano con un par de anteojos, vestido de riguroso gris y pensativo.
Personajes:
El enano gris de las manos rojas.
Un sacerdote.
Un niño y una niña menores de edad.
Coro.
Entra coro con máscaras que representan personajes de la sociedad, desde ejecutivos a putas:
“Tengo las manos lavadas”, dijo el enano sentado en su trono de Chapultepec. “De Chapultepec no, ahí quiso vivir el asno en dos patas”.
Desaparece coro. Sale el sacerdote vestido de negro, bajo la larga sotana se agita algo que asoma las caras de repente. Son una niña con los labios pintados de rojo y un niño que llora lágrimas negras. El sacerdote trata de meterlos a la fuerza bajo sus ropas, diciéndoles: “Escóndanse amados míos, cuando estemos en la intimidad de mi cuarto…” Lo interrumpe la mirada preocupada del enano a quien se dirige. El enano se le arroja a los pies, arrodillado y besándole el anillo.
Sacerdote:
Herba terrestris…
Enano:
Caulibus erectis… acúseme padre de que por las noches SÍ puedo dormir pero sueño que mi manita derecha, antes azul, ahora está roja… y mi manita izquierda, antes amarilla, ahora está agrietada como tierra reseca, como si se hubieran quemado millones de hectáreas de bosques y no hubiese hecho nada… aparte me acosan gritos de gente y niños que lloran.
Sacerdote:
Bueno, hijo, si yo tuviera que oír a todos los niños que lloran en mi cama… (se aclara la garganta)… a ver, a ver, ¿has rezado a la Santísima Muerte?
Enano:
Sí, padre y nada… sigo teniendo la mano roja…
Sacerdote:
¿Le has puesto veladoras rojas a Santa Blandina, mártir de los hipócritas?
Enano:
Sí, padre y nada…
Sacerdote:
¿Te has azotado con un látigo de nueve colas y martillado en el yunque clavos benditos?
Enano:
Sí, padre y nada…
Sacerdote:
¡Ay, hijo, pues entonces manda tapiar las ventanas, hazte duro de oídos y tan sólo preocúpate de mantener la supervivencia del sistema!... ¡Ah, y no te olvides de socavar poco a poco el estado laico que, lentamente, ni se siente…! (Se aclara la garganta otra vez). A ver, a ver ¿has inventado que creaste cien mil nuevos empleos como te dije?
Enano:
Sí, padre y acabo de vender un estado más a los coreanos, a los españoles y el alma a los gringos. Desaparecí algunos sindicatos como el cometa que extinguió a los dinosaurios. También reforcé a las televisoras con más “libertades” y…
Sacerdote:
A eso se le llama globalización, hijo, no es culpa tuya sino de los que te precedieron… Déjame revisar el repertorio de oraciones vanas. ¡Ah, sí! Repite conmigo…
Ambos:
En México hasta el frío está de luto.
Tengo la boca rellena de tierra.
Saturan los muertos el viento.
Interrumpe el coro, van saliendo con máscaras de campesinos, ejecutivos, putas, intelectuales, políticos, ancianos desdentados. Caminan como zombis, rodeando al sacerdote y al enano que fingen no verlos. El coro lleva las manos al frente, la boca abierta, babeando, van diciendo, de uno en uno, mientras miran al público, varias frases intercaladas con lo que dice el enano.
Coro:
No tengo tiempo, voy a abordar al metro.
Enano:
He socavado el estado laico…
Coro:
El sábado beberé cervezas…
Enano:
Extinguí cinco sindicatos…
Coro:
¡Jajaja, jajaja, que divertidos chistes dan en la tele… qué golazo metió pulgarcito… jajaja, jajaja!
Enano:
Vendí otro estado barato a los españoles y una ciudad a los japonecios…
Coro:
(Hablando por teléfono celular): Sí, jefe, lo que usted diga jefe, usted siempre tiene la razón mientras no me despida…
Sale de entre el coro un personaje con máscara negra de piel, que pinta sobre la caricatura de México una letra Z con pintura en aerosol. Un personaje del coro lo mira y dice:
¡El número dos!
Coro (otro personaje mirando la Z):
¡La marca del Zorro!
Desaparece el personaje de la máscara negra. Los integrantes del coro siguen caminando como zombis. Hablan a la vez: este sábado me emborracho, tengo una fiesta, lo que usted diga jefe, el pulgarcito metió otro gol… ¡Tengo las manos lavadas, dijo el enano! El coro queda en silencio, sólo se escucha el arrastrar zombi de pies, van con las manos delante, babeando.
Sacerdote:
Repite conmigo: para que mis hijos duerman de noche y no tengan rivales, de los niños he acallado más voces.
Interrumpe coro:
Tengo las manos lavadas dijo el enano…
Enano, confesándose:
Para que mis flores puedan crecer mierda de abono necesitan tener…
El loto surge del fango…
Soy el Churchill mexicano…
Para que a los que me dieron la silla pueda pagar…
Coro:
Tengo las manos lavadas, dijo el enano.
Salen de debajo de la sotana del sacerdote los niños. Se ponen a cantar:
¡A, B, C! ¡A, B, C, van los niños a arder!
Regresan bajo la sotana. Todos se inmovilizan. Se escuchan voces provenientes de emisiones de radio y televisión. Son voces como rumor de olas, van y vienen con el viento.
Hoy, marcha de las putas.
Los jóvenes indignados…
El sindicato de electricistas…
40 mil víctimas y seguimos contando…
10 mil desaparecidos…
La francesa acusada…
La niña bajo la cama…
La epidemia de influenza…
Karnestein, candidato al FMI…
En México no pasa nada hasta que te pasa.
Se escuchan detonaciones seguidas de balazos, niños que lloran, perros que ladran, campanas sonando al viento. La voz del enano, gritando:
¡La historia me absolverá!
Sacerdote:
¡Por el momento yo te absuelvo, hijo mío!
Voz en off:
Saturan los muertos el viento…
Se apaga de súbito el escenario. Silencio.
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