En las alcantarillas, entre las ratas,
En los sótanos de gente adinerada, con
Explorer y Suburban
Parqueada enfrente de casas con cúpulas
panzonas
Hay zombis.
Bajo las corbatas de banqueros que usan
colonia Obsession for men,
Dentro de las cajas fuertes al lado de
las montañas de dólares,
En los cajones donde guardan las
perlas, las escrituras de casas,
Los lingotes de oro, los anillos de
diamantes que zafaron de las
Manos de sus madres,
Hay zombis.
En las cajuelas, en las guanteras, en
las llantas, en los entresiijos
De los autos, en el retrovisor, en el
espejo con la leyenda:
Objects in the mirror may be closer than they appear,
En los cofres, los alternadores, el
aire acondicionado, el radio y la defensa,
Hay zombis.
En las hojas de los árboles, en las
raíces, en el zacate que se prohíbe pisar,
Entre las flores rojas y amarillas,
entre los nopales y las espinas, las tunas
Que se pudren porque nadie las come,
entre los matorrales,
Cascadas de bolsas negras,
Hay zombis.
En los que dicen:
-De a cómo nos arreglamos?
-La última y nos vamos, la caminera
para manejar bien.
-Dónde me consigo un pase?
Hay zombis.
En los cuadernos vacíos de los estudiantes
En los portafolios rotos de los
profesores
En los bolsillos de las camisas blancas
En las carteras abultadas con fajos de
dinero.
Hay zombis.
En los cines, en los bares, en las
tiendas de autoservicio,
En los gimnasios de esculturales y castísimas
señoritas,
En las iglesias con reliquias papales,
olorosas a aceite quemado,
Como sartén antes de poner a freír el
pescado.
Hay zombis.
En los roperos que, en los baúles para,
En las bicicletas donde,
Hay zombis.
En el rostro calmo de los dadivosos, en
la cara agria
de los pedinches, entre los
ropavejeros, el fierrero,
Entre los pepenadores, recicladores,
filósofos apriori,
Hay zombis.
En los cerros donde se entierra el sol,
en la acequia madre
Donde se refleja la luna, entre la arena
fina del desierto
en las bolsas de plástico, botellas de
leche, bolsitas de chocolate,
Vasos de cartón de McDonalds,
servilletas sucias,
Cajitas feliz, papel de estraza,
cartones, chicles,
Gargajos, mierda y orines,
Hay zombis.
En los pasillos limpios de los
servidores públicos,
En las sacristías limpias de los curas
En los cajones de los padrotes
En las mesas de los jugadores
clandestinos
Hay, exacto,
zombis.
En las falangetas, falanges, carpo,
metacarpo,
Bíceps, clavícula, cerebro, neurona,
zona roja
En el encefalograma, orden al sistema
nervioso
Central, sinapsis, neuronas, el dedo
presiona
Con la misma fuerza que se presiona una
tecla
De piano, acciona, la bala corre, la
bala alcanza,
Hay zombis.
El que vende la pólvora, el que fabrica
el arma,
El hierro forjado. El que fabrica el
odio. El que divide
El átomo, el que presiona “enter” para
que caigan las bombas.
Hay zombis.
En las licorerías, los table dance, los
monasterios,
Los reclusorios, los seminarios y
universidades,
Hay zombis.
En los rieles de los trenes lamentosos,
En los pozos profundos de petróleo,
En los pasos a desnivel, y los pasos
desnivelados,
En el asfalto con baches, en los topes,
En las avenidas y los altos, los pasos
peatonales,
Ceda el paso,
Hay zombis.
En las llantas, en los “drive thrus” en
el café,
En la taza de té tranquila en la mesa
de ébano
Donde comen los poderosos, en los botes
de basura,
En los tambos, en las cobijas, en las
bolsas de plástico,
Hay zombis.
En el alféizar, en el río rumoroso, en
el río seco cuadriculado,
En la computadora sin teclas, en los
puestos de periódicos,
en la voz de los voceadores, en las
nubes negrísimas.
Hay zombis.
En los concursos de poesía, en los
jurados de compadres,
Bajo la estatuilla del Oscar, en el
smoking del Nobel,
Atrás del agua Bonafont, atrás de mesas
con manteles negros,
Donde se sientan los poetas lecturosos,
lustrosos,
Limpios, pero zombis, hay.
En el tiempo perdido, en la gente que
espera el tren,
La que aguarda el camión como una
esperanza,
En la primera clase de los aviones
En los camarotes con vista al mar de
los transatlánticos
En las limosinas, los camiones de
redilas, motocicletas,
Tanques, camionetas importadas,
Hay zombis.
En el espacio en blanco de los poemas,
Ese desierto pulcro que lamentan los
árboles
(pues que no pueden llenarlo todo, ¿a
poco necesitan tanto aire sus versos?)
en los colofones, en el Nihil obstat,
en el tiraje de mil ejemplares,
en el ISBN, en el impuesto, en la
librería, en las cajas, en los libros que no se leen,
hay zombis.
En los mercados, en los miércoles de
frutas y verduras,
Entre las manzanas, las peras, los
limones verdes que parecen maduros,
En las naranjas podridas rebajadas, en
la fila para pesar, en el pasillo de lácteos
En el precio de la tortilla, la carne
que ya ni para verla,
Hay zombis.
En los sobres, los matasellos, los
timbres,
Las teclas, las mesas limpias y las
sucias,
Las cañerías tapadas, el desagüe, la
acequia madre,
El canal de Miramontes, el río Bravo,
el río Grande,
Hay zombis.
En la ilusión, en el amor de manita
sudada en las plazas, en los abrazos
De amantes en bares al fondo, en los
salones de baile, bajo las sonrisas
(rastros falsos de felicidad)
entre las piernas de la muchacha con
medias negras y sugerentes,
bajo los lentes negros de una
adolescente,
entre las rodillas finas de una
viajera,
en el baño donde una pordiosera se
inyecta heroína
en la hoja seca que cae en la noche del
otoño
en un joven que no sabe deletrear su
nombre
en un cuadro de luz clara como agua
encendida
Hay zombis.
En la Paseo Triunfo de la República de
Ciudad Juárez
En el cerro de la silla de Monterrey
Boca del río
En el río Chuviscar de Chihuahua
En las aguas claras de Cancún
En los cenotes, en las nubes, en la
neblina, los barcos
Y las pirámides,
Hay zombis.
Pero si ya lo dijo Perlongher y mejor,
O nadie sabe quién es,
Suena argentino,
Por qué seguir con lo mismo, dice el
cínico,
Que busque por otro lado, que,
Porque aquí, se jura, se perjura, en
este lado,
En la región, la zona, entre estas
hojas,
A estas alturas del siglo y a nivel del
mar,
Que aquí en este país, pero es que
aquí,
Estamos muy lejos,
Nomás no,
aquí no,
oficialmente, lo negamos rotundamente
hasta las consecuencias últimas
y resultados de una comisión, de una
fiscalía justa
verdad verdadera, neta que sí,
Aquí
No
Hay
zombis.
Y si los hay ni los vemos.
Abracadabra.
Abrecadáveres, abre zombis.
Verás.
Cada verano.
Tan-tan,
tantos,
zombis.
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