Mulleres de Ciudad Juárez
Apenas hai palabras e unha é morte.
Ruela sen saída é outra: medo.
Chamámoslles muller, mais tiñan nome,
como falar de espiña a dicir rosa.
Todo foi un camiño cara ao sangue,
o voitre e mais a pomba nunha casa.
Eu quero acubillalas nunha casa,
vestilas de memoria contra a morte,
recoller como pétalas o sangue,
armalas, guerrilleiras, fronte ao medo,
alzar como bandeira libre a rosa,
berrar aos catro ventos cada nome.
Non hai sitio no eco, tanto nome
non atopa apousento nunha casa.
A palabra será non máis a rosa
a constatar fatal que veu a morte
e amordazou o grito e mais o medo
que quizais aínda garda, frío, o
sangue.
Nada pode esquecerse, berra o sangue,
regresan días cegos, din o nome,
din a dor, din a rabia, din o medo.
As pantasmas saloucan pola casa
e algún tremor oculto move a morte
cando a cinsa implacábel tingue a
rosa.
Así morreron elas, cal a rosa.
A barbarie chegou e houbo sangue,
e foi río letal, foxo de morte.
Boca que vos mordeu comeuvos nome
e nunca máis volvestes para a casa,
os retratos penduran no ar do medo.
Porvir de maquieira, foi o medo,
estrela que non loce, murcha rosa,
a podrecer sen sombra e mais sen casa,
a perder toda a cor de zume e sangue.
Maldita sexa a estampa, perda o nome
aquel que vos buscou tan mala morte!
Se escribir tanto medo, dicir rosa,
fose varar o nome dende a morte,
volvervos, sangue e vida, á vosa
casa.
Mujeres de
Ciudad Juárez
Apenas hay
palabras y una es muerte.
Camino sin
salida es otra: miedo.
Les llamamos
mujer, tenían nombre,
es
hablar de una espina al decir rosa.
Todo era un
camino hacia la sangre,
el buitre y
la paloma en una casa.
Yo quiero
cobijarlas en la casa,
vestirlas
de memoria contra muerte,
recoger como
pétalos la sangre,
armarlas,
guerrilleras frente al miedo,
alzar como
bandera libre rosa,
gritar a
cuatro vientos cada nombre.
En el eco no
hay sitio, tanto nombre
no encontrará
aposento en una casa.
La palabra
será no más la rosa
para decir
como llegó la muerte
y amordazó
el grito y todo el miedo
que quizás
aún retiene fría sangre.
Nada
puede olvidarse, huele a sangre,
regresan días
ciegos, vuelve el nombre,
vuelven dolor
y rabia, vuelve el miedo.
Los fantasmas
sollozan por la casa
y le tiemblan
las alas a la muerte
cuando
vierte cenizas en la rosa.
Así murieron
ellas, cual la rosa.
La barbarie
llegó y hubo sangre,
y fue río
letal, foso de muerte.
Boca que las
mordió les comió el nombre
y nunca
regresaron a su casa,
sólo
cuelgan retratos en el miedo.
Maquiladora
o sombra, sombra o miedo,
estrella que
no luce, mustia rosa,
pudriéndote
en la tierra, ya tu casa,
sin
color, sin aroma, sin la
sangre.
¡Maldita
sea su estampa, pierda el nombre
aquel que te
buscó tan mala muerte!
Si escribir
tanto miedo, decir rosa,
fuese vararte
el nombre de la muerte,
traer tu
sangre y vida hasta la casa.
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