Sus voces, tu voz
Que engendra el manantial de la libertad, de la esperanza
Ahora es eco de desiertos donde solo el grito
De esa nostalgia palpada en la quejumbre
Vuela al viento, al viento.
Tumbas donde la sonora lágrima es puente
De otras mujeres que avanzan en manada bella
Al son de los latidos del sol, al ritmo incansable
De la justicia y el ansiado abrazo de la vida
Sobre mares de arena, sobre nubes azules,
Con la caricia sutil de un ave que mira, que observa, que examina
El desangrar de la inocencia.
Sus voces, tu voz
Cuando la noche es tiempo de silencio
Los crujidos tétricos de un ayer, de un hoy
Se consumen en el vagar y vagar de almas
Con colmillos de navajas.
Las rondan, te rondan
En la simplicidad de ser mujer,
Mujer que pare la esencia de la paz
Para el reposo de su ala en vertical
En el caminar hacia la existencia.
Sombra negra.
Violencia.
Se mueve como serpiente de larga lengua
Que desnuda tus pechos,
Que estrangula tus manos
Para singladuras venideras.
Fuego de figuras grises
Que se reavivan
Cuando son muerte, muerte
De la verdad, de la vida.
Sombra negra.
Violencia
Alas que entorpecidas
Por el aberrante, por los aberrantes torturadores
De la paz, de la libertad.
Y, sin embargo, una flauta suena a lo lejos
Con la cordial benevolencia
De que toda esta masacre sea extirpada
Para no más… para no más
Ser nido de ortigas sangrientas.
Una maravilla.
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