¿Por qué?
acaso por su pobreza,
o su inocencia.
Hasta cuándo
existirán como una estadística nacional,
en un papel abandonado sobre un escritorio de la Procuraduría
que lleva por título desaparecidas y muertas,
causa desconocida, no hay pruebas suficientes
que avalenté o determinen los sucedido...
Acaso es más fácil declarar
que eso no pasa, porque
así no se miran los atropellos
o el dolor ajeno,
eso, o aquello que no es,
esas que son una utopía
que no coexiste contigo, conmigo, ese otro ser
que anhela, que vive, que desea, que piensa.
Pareciera que son símbolo de la invisibilidad,
Que subsisten al margen de la industrialización
en la periferia sobreviven
las negadas por la sociedad.
Por eso será justo o necesario que palpemos
esos destinos
ahogados, mutilados
para que sean y habiten este país.
Su pecado es la miseria, que las lleva a ser
victimas de su realidad
necesitamos oír
sus gritos, esos que desgarran el alma
que envuelven con su desesperanza
que de a poco van mordiendo a la fortuna,
entretanto la muerte
se conduele de
ellas, esquiva su andar y su mirar
ya son muchas se dice, pensativa
entra en transe y apesadumbrada pregunta,
¿Por qué…?
Veo que solo desean lo que muchos, un futuro
que llene los vacíos de su pobreza,
donde haya un pan día con día
para los hijos, abuelos, hermanos
esos que no saben,
sólo piden, mendrugos
para sobrevivir.
La muerte se niega a aspirar el último aliento,
con mutismo se aleja como queriendo evitar tocarlas
y llevarlas tal vez a lugares menos
brutales, inhumanos, atroces, despiadados, sanguinarios y violentos
Nosotros preferimos negarlas, ignorarlas
con nuestro SILENCIO,
pero en cada una de ellas
que sufre, que muere,
somos madres, hermanas, amigas
saberlas tan solas
indefensas, presa fácil de chacales
mal nacidos.
Y DE GOBIERNOS CORRUPTOS
Cómplices, proxenetas
PARIAS que habitan en México, que no es su México
no se duele, antes bien gozan,
mientras la madres la buscan
oliendo la Tierra, como buscando su rastro,
donde el aire
huele a sangre, sabe a dolor,
el polvo se arrastra como queriendo borrar
el rastro de sus huellas,
del olor putrefacto de sus cuerpos
desmembrados
mientras el viento seco
evita recordarse de lo que no fue cómplice,
sino un testigo mudo, silente pero no por eso menos sufrido…
Te ayudo a contarlas
1, 2... ¿cuántas son?
cientos, miles
no lo sé,
pero ellos los malditos, sí saben,
porque solamente teniéndolas como trofeos
en sus mentes retorcidas son capaces
de besar y acariciar a las otras
sus esposas, sus madres, sus hijas,
que nos entenderían, que ellos no tiene alma,
sino entrañas corrompidas
y se satisfacen, ruines
e inamovibles
ultrajando, mancillando
los cuerpos
de ellas, las vírgenes,
madres, hermanas, amigas
dolidas, deshonradas
que piden, suplican,
y ellos
indolentes, las miran
mezquinos
piltrafas que se olvidan,
que ¡UNA MUJER! les dio vida.
esas, aquellas jovencitas, que desprovistas de experiencia
son enganchadas,
seducidas, raptadas,
VIOLADAS
o secuestradas.
Y el gobierno que hace
NADA, NADA.
Sera que están coludidos
o son parte de esa misma organización
que roba, que mata
que priva de todo
a esas desvalidas
y que les arrancan de tajo
como tormenta embravecida
sus ilusiones, su fe.
Solo el eco de su voz
en esas tierras desoladas,
se ha convertido en un arrullo
para el viento, que viaja
y a ratos se detiene a acariciarlas
en su soledad, donde
sus madres, las saben vivas
las buscan, claman por ellas
pero nadie, hace caso.
Ellos
las quieren anular,
borrarlas, olvidarlas
negar su rumbo y ocultar
la sombra que los sigue
que los abraza, en esos sus momentos de flaquezas
durante las noches tibias y serenas,
pero nace el nuevo día
y ellos vuelven
a corroer los sueños,
de ellas…
Hasta dónde, hasta cuándo
dejaremos de ser
impasibles,
indolentes,
insensibles,
de ese su dolor.
Y seremos Juárez,
por ellas, por nosotras, nuestras hijas, madres, hermanas y amigas.
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