Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

sábado, 25 de agosto de 2012

ANTONIO ROJO, Hermosillo, Sonora


Paranoia constante más allá de la noche

 
I

La lluvia limpia banquetas y desentierra muertos.
El líquido enjuaga la sangre
de prendas violentadas.
Retira los coágulos de pisos y callejones.
Inventa riachuelos que las ratas persiguen:
lagos diminutos donde beben escorpiones.


Lo importante es el movimiento.
El ascenso hacia el umbral.


Lo importante es la mesa donde se discute la vida.
Lo importante no es la vida sino las posturas.
Lo importante es penetrar en mapas y mentes.
Lo importante es el traslado hacia la médula.
Donde la brújula está en vilo.
Donde la existencia está en vilo.


II

Hoy borraron el trazo calado de un muerto.
Le echaron agua y cloro.
Tallaron el jis extendido en el asfalto hasta desvanecerlo.


Por la mañana todavía estaba allí su silueta,
viva, concurriendo con palomas y vendedores de pico de gallo.
Vi el dibujo cuando tuve miedo.
Cuando el rostro oculto de uniformados como ninjas
lo acordonaban aislándolo del mundo.

Aquel dormido atroz dijo pocas cosas:
Que le dolían los carros y las llantas de las bicicletas.
Que no vio venir las esquirlas de luz.
Que tuvo una cara y un nombre.
Que vino de las montañas.
Que en aquel lugar sin frontera no había sino un profundo sigilo.


III

Otros dibujos dormidos en el pavimento han sido retirados.
Otros dibujos de brazos extendidos como crucifijo.
De brazos como jeroglíficos egipcios.
Otros dibujos marcados sin cifra.
Otros dibujos que provocan manos que persignan cabezas.
Otros dibujos han sido retirados de la tierra como mala hierba.
Dibujos de cal o vara.
Dibujos que de persistir inundarían las coladeras.


Otros dibujos y los que faltan para inflar moldes con formas de hombres y mujeres.
Inflar líneas que dormirán en escalinatas y debajo de estatuas bañadas de mierda.

IV

Los letreros teñidos de tu humedad. De tu símbolo.
Letreros del horror y la torpeza.
Letreros patrios.


Letras caladas después de repartir muerte.
Tatuajes onomásticos en el cuerpo del espanto.
En la cabeza enterrada en la nada.
En cobertores y alambres.
En la película de grasa con la que algunos lustran sus cuchillos.

V
Las últimas ofertas de la era Gutenberg, un eco del mal.
Crónicas de funerales.
Retratos de caras tumefactas.
Gente que posa entre la niebla.
Gente que mira alrededor de un cuerpo como preguntándose qué demonios pasa

VI
El vaho con el que la maquinaria aceita sus pistones.
El roedor que alimenta a la serpiente.
Esto y poco más contiene tu esencia.
Esto y poco más cubre tu vértigo.


VII
Tu amante camina después de las horas.
Desanda sus pasos hacia la casa cuando las sombras se extienden.  
Trae los víveres necesarios para dos sobremesas, dos sueños y dos amores.


Ella que huele a durazno, fresa o cebolla.
Ella que es menudita como la brisa o gruesa como los refrigeradores.
Ella que mira el cabello dorado de los niños como a palacios de diamantes.
Ella que toma de la mano cuando el abismo se apersona.


Tu amante que viene con rodillas y boca.
Tu amante que se quiere quitar zapatos y ropa.


Tu amante figurada, potencial.
A la que le brillan los dientes en tu deseo.
A la calavera más atractiva que se ha enterrado.


Ella queda hinchada en las barriadas.
Entre matorrales y tiraderos de basura.
Ella queda delineada en alguna vereda.


Ella con la que ya no compartirás mariscos ni veranos.
La que ya no te acompañará más al cine.


VIII
Luego están los héroes.
Sus figuras que se venden.
Sus marcas de ropa y armas.
Sus apellidos y segundos nombres.
Sus leyendas como cómics perversos.


Allí los Robin Hood a la mexicana.
Entran por el lado flaco de la gente: su futuro.


Potenciales verdugos a los que aún no les sale bigote.
En autos enormes como naves galácticas.
Cuerpos hasta la madre de coca.
Tipos bragados e ignorantes con fortunas del tercer mundo.
Tipos escandalosos que disparan hacia el cielo y hacia cráneos.
Chavales asustados.
Corderos que entregan el cuello con mansedumbre.
Héroes del mal a salto de mata.


Héroes con cabezas gigantes como gatos bodegueros.


Héroes admirados por un pueblo paranoico más allá de la noche.


Héroes vestidos de carniceros.


Héroes en restaurantes de lujo.


Héroes con el tiro de gracia.


Héroes cuyo poder es el síntoma de nuestro tiempo.



VIII

Apesadumbrados pípilas en el desierto.


Asesinos de reptiles diminutos.


Esperanzados zombies que caminan hacia el norte.


Hacia el sol negro de la abundancia.


Hacia la parodia más bien lograda de la mugre.


Hacia la ilusión rubia y vestida a la moda.


Hacia la bodega más grande de heces.



Jardineros entre árboles de plástico.


Entre arbustos privados y follajes de vicio.


Jardineros entre un sándwich de tierra.



Allá caminan amplificados por el sol.


Dormidos bajo la plata de los ríos.


Encarnados en la arena.


Subiendo de a poco por raíces de mezquite.


Pidiendo auxilio en la forma de un sahuaro.



Allá ellos con su hambruna milenaria.


Allá los ex hombres.


Los ex mexicanos.


Allá los vivos para morir sin memoria.


Allá los que buscan atravesar la liturgia del desierto.



Allá ellos y no nosotros.


Los que escuchamos las ráfagas.

Los que nos escondemos debajo de literas y noticieros.


Los que tenemos sangre como apuesta.


Los que somos parte del proyecto.


Los adictos al melodrama.


Los bebedores que copulan cuando hay chance.


Los perdidos en ciudades y gobiernos disparatados.


Los que somos bolsas y cobijas en depósitos lamentables.



IV

Por los barrios pasan los papeleros del horror muy temprano.
Todos, atentos en las banquetas, esperan su turno.
No tardará en llegar la noticia del último decapitado.
Del encobijado más reciente.
De la mujer levantada a las afueras de una maquila. 
Del vendedor cadavérico de foco.
Después de todo, me dice mi tío Toño, 
se trata de la única sección de sociales que tenemos los jodidos. 
Después de todo se trata de nosotros, chaval acojonado.
Por la tarde la porción de repugnancia no termina.
Moto sierras que cercenan cabezas van más allá de la ficción.
Más allá de la serie B y la serie X.
En la oficinas documentos y links.
En los foros donde la gente pide, a gritos, atención,
hay llamados a la urgencia. 
Qué shampoo se ponen los descabezados?
Cómo será el miedo cuando se acerca el metal?
Seguramente no como éste que ahora comparto con compadre.
Éste de taparse los ojos y la boca ante el horror.
Éste de reírse, con una mueca de asco y pena
mientras el personaje se desangra. 
Por qué estoy mirando este resumen atroz?
Por qué esta historia me interesa?
Algo malo pasa conmigo?
Anuncia el papelero: “Ayer fueron tres los cuerpos encontrados”.
Los links: “Bienvenido al club de los jinetes sin cabeza”.
Las palabras, los actos. 
Quiero ser astronauta. 
Quiero ser autista.
Quiero ser el perro que duerme en un felpudo.

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