Paranoia
constante más allá de la noche
I
La
lluvia limpia banquetas y desentierra muertos.
El
líquido enjuaga la sangre
de
prendas violentadas.
Retira
los coágulos de pisos y callejones.
Inventa
riachuelos que las ratas persiguen:
lagos
diminutos donde beben escorpiones.
Lo
importante es el movimiento.
El
ascenso hacia el umbral.
Lo
importante es la mesa donde se discute la vida.
Lo
importante no es la vida sino las posturas.
Lo
importante es penetrar en mapas y mentes.
Lo
importante es el traslado hacia la médula.
Donde
la brújula está en vilo.
Donde
la existencia está en vilo.
II
Hoy
borraron el trazo calado de un muerto.
Le
echaron agua y cloro.
Tallaron
el jis extendido en el asfalto hasta desvanecerlo.
Por
la mañana todavía estaba allí su silueta,
viva,
concurriendo con palomas y vendedores de pico de gallo.
Vi
el dibujo cuando tuve miedo.
Cuando
el rostro oculto de uniformados como ninjas
lo
acordonaban aislándolo del mundo.
Aquel
dormido atroz dijo pocas cosas:
Que
le dolían los carros y las llantas de las bicicletas.
Que
no vio venir las esquirlas de luz.
Que
tuvo una cara y un nombre.
Que
vino de las montañas.
Que
en aquel lugar sin frontera no había sino un profundo sigilo.
III
Otros
dibujos dormidos en el pavimento han sido retirados.
Otros
dibujos de brazos extendidos como crucifijo.
De
brazos como jeroglíficos egipcios.
Otros
dibujos marcados sin cifra.
Otros
dibujos que provocan manos que persignan cabezas.
Otros
dibujos han sido retirados de la tierra como mala hierba.
Dibujos
de cal o vara.
Dibujos
que de persistir inundarían las coladeras.
Otros
dibujos y los que faltan para inflar moldes con formas de hombres y
mujeres.
Inflar
líneas que dormirán en escalinatas y debajo de estatuas bañadas de
mierda.
IV
Los
letreros teñidos de tu humedad. De tu símbolo.
Letreros
del horror y la torpeza.
Letreros
patrios.
Letras
caladas después de repartir muerte.
Tatuajes
onomásticos en el cuerpo del espanto.
En
la cabeza enterrada en la nada.
En
cobertores y alambres.
En
la película de grasa con la que algunos lustran sus cuchillos.
V
Las
últimas ofertas de la era Gutenberg, un eco del mal.
Crónicas
de funerales.
Retratos
de caras tumefactas.
Gente
que posa entre la niebla.
Gente
que mira alrededor de un cuerpo como preguntándose qué demonios
pasa
VI
El
vaho con el que la maquinaria aceita sus pistones.
El
roedor que alimenta a la serpiente.
Esto
y poco más contiene tu esencia.
Esto
y poco más cubre tu vértigo.
VII
Tu
amante camina después de las horas.
Desanda
sus pasos hacia la casa cuando las sombras se extienden.
Trae
los víveres necesarios para dos sobremesas, dos sueños y dos
amores.
Ella
que huele a durazno, fresa o cebolla.
Ella
que es menudita como la brisa o gruesa como los refrigeradores.
Ella
que mira el cabello dorado de los niños como a palacios de
diamantes.
Ella
que toma de la mano cuando el abismo se apersona.
Tu
amante que viene con rodillas y boca.
Tu
amante que se quiere quitar zapatos y ropa.
Tu
amante figurada, potencial.
A
la que le brillan los dientes en tu deseo.
A
la calavera más atractiva que se ha enterrado.
Ella
queda hinchada en las barriadas.
Entre
matorrales y tiraderos de basura.
Ella
queda delineada en alguna vereda.
Ella
con la que ya no compartirás mariscos ni veranos.
La
que ya no te acompañará más al cine.
VIII
Luego
están los héroes.
Sus
figuras que se venden.
Sus
marcas de ropa y armas.
Sus
apellidos y segundos nombres.
Sus
leyendas como cómics perversos.
Allí
los Robin Hood a la mexicana.
Entran
por el lado flaco de la gente: su futuro.
Potenciales
verdugos a los que aún no les sale bigote.
En
autos enormes como naves galácticas.
Cuerpos
hasta la madre de coca.
Tipos
bragados e ignorantes con fortunas del tercer mundo.
Tipos
escandalosos que disparan hacia el cielo y hacia cráneos.
Chavales
asustados.
Corderos
que entregan el cuello con mansedumbre.
Héroes
del mal a salto de mata.
Héroes
con cabezas gigantes como gatos bodegueros.
Héroes
admirados por un pueblo paranoico más allá de la noche.
Héroes
vestidos de carniceros.
Héroes
en restaurantes de lujo.
Héroes
con el tiro de gracia.
Héroes
cuyo poder es el síntoma de nuestro tiempo.
VIII
Apesadumbrados
pípilas en el desierto.
Asesinos
de reptiles diminutos.
Esperanzados
zombies que caminan hacia el norte.
Hacia
el sol negro de la abundancia.
Hacia
la parodia más bien lograda de la mugre.
Hacia
la ilusión rubia y vestida a la moda.
Hacia
la bodega más grande de heces.
Jardineros
entre árboles de plástico.
Entre
arbustos privados y follajes de vicio.
Jardineros
entre un sándwich de tierra.
Allá
caminan amplificados por el sol.
Dormidos
bajo la plata de los ríos.
Encarnados
en la arena.
Subiendo
de a poco por raíces de mezquite.
Pidiendo
auxilio en la forma de un sahuaro.
Allá
ellos con su hambruna milenaria.
Allá
los ex hombres.
Los
ex mexicanos.
Allá
los vivos para morir sin memoria.
Allá
los que buscan atravesar la liturgia del desierto.
Allá
ellos y no nosotros.
Los
que escuchamos las ráfagas.
Los
que nos escondemos debajo de literas y noticieros.
Los
que tenemos sangre como apuesta.
Los
que somos parte del proyecto.
Los
adictos al melodrama.
Los
bebedores que copulan cuando hay chance.
Los
perdidos en ciudades y gobiernos disparatados.
Los
que somos bolsas y cobijas en depósitos lamentables.
IV
Por
los barrios pasan los papeleros del horror muy temprano.
Todos,
atentos en las banquetas, esperan su turno.
No
tardará en llegar la noticia del último decapitado.
Del
encobijado más reciente.
De
la mujer levantada a las afueras de una maquila.
Del
vendedor cadavérico de foco.
Después
de todo, me dice mi tío Toño,
se
trata de la única sección de sociales que tenemos los
jodidos.
Después
de todo se trata de nosotros, chaval acojonado.
Por
la tarde la porción de repugnancia no termina.
Moto
sierras que cercenan cabezas van más allá de la ficción.
Más
allá de la serie B y la serie X.
En
la oficinas documentos y links.
En
los foros donde la gente pide, a gritos, atención,
hay
llamados a la urgencia.
Qué
shampoo se ponen los descabezados?
Cómo
será el miedo cuando se acerca el metal?
Seguramente
no como éste que ahora comparto con compadre.
Éste
de taparse los ojos y la boca ante el horror.
Éste
de reírse, con una mueca de asco y pena
mientras
el personaje se desangra.
Por
qué estoy mirando este resumen atroz?
Por
qué esta historia me interesa?
Algo
malo pasa conmigo?
Anuncia
el papelero: “Ayer fueron tres los cuerpos encontrados”.
Los
links: “Bienvenido al club de los jinetes sin cabeza”.
Las
palabras, los actos.
Quiero
ser astronauta.
Quiero
ser autista.
Quiero
ser el perro que duerme en un felpudo.
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