MUÑECAS DE TRAPO
Leo sobre Ciudad Juárez y me lleno de estupor. 20 años de
crímenes que quedan impunes, abogados asesinados, forenses
asesinados, periodistas, escritores, asesinados, inocentes
encarcelados. Cualquiera que se acerque a la verdad eliminado.
Informes dobles, los reales y los “oficiales”, cementerios
clandestinos, cuerpos eliminados mediante la “lechada”, para no
dejar rastro, autoridades corruptas que miran hacia otro lado, un
mundo al revés donde la vida no tiene ningún valor. Niñas que
acuden a la zona centro en busca de un trabajo y desaparecen a plena
luz del día, otras que acuden a las maquiladoras por un salario
mísero y con unas condiciones laborales penosas, con la esperanza de
poder ir a la universidad y dejar de ser pobres. Incluso en la
miseria hay espacio para soñar, para tener esperanza, para creer que
ahí fuera hay, existe, un mundo mejor. Una sociedad en la que si te
sales de tu rol, te puedes convertir en una muñeca de trapo,
secuestrada, violada, torturada y eliminada. Niñas y adolescentes a
las que les arrancan la vida. Niños que juegan a ser sicarios, para
los que la muerte es algo normal y habitual. Un mundo dominado por el
terror, arma poderosa, paralizante, disuasoria donde las haya.
¿Cómo se sana una sociedad infectada, corrupta desde sus más
altas esferas, dominada por el narcotráfico y familias poderosas
enriquecidas a base de la miseria de otros?
Nadie concede a la educación el valor que realmente tiene, no
sólo en la formación del individuo si no también como cimiento
sobre el que construir una sociedad mejor, más justa, más
sensibilizada, basada en valores universales, donde se desarrolle el
sentido de la responsabilidad individual y se enseñe al ser humano a
pensar por sí mismo, sin convertirlo en un mono amaestrado,
adoctrinado. Una sociedad arraigada en unos valores que nos permitan
convivir a todos. La ignorancia es un mal endémico, unido a la
miseria, a la corrupción, a los abusos, a una sociedad donde la vida
del individuo no tiene ningún valor, dominada por el terror, donde
la muerte es la normalidad y la indiferencia de las autoridades
ampara a los asesinos y a quienes les protegen. Un mundo al revés,
la enajenación como normalidad ante autoridades mudas, sordas y
ciegas que perpetúan la miseria y el crimen.
20 años de madres elevando un grito desesperado esperando a sus
hijas, hijos que esperan a sus madres. Ese grito debe extenderse,
recorrer todos los corazones, movilizar todas las conciencias. El
ciudadano, la sociedad, tiene la obligación y el deber de hacer que
quienes elegimos y nos representan se sientan avergonzados.
Avergonzados de su ineptitud, su ineficacia, su falta de honradez, su
inoperancia, sus ansias de poder y lucro personal, de su indiferencia
ante el pueblo al que representan, de su indiferencia ante el horror.
Esa es la soberanía popular, el poder de la masa individuo a
individuo. Rebelarse contra el horror, la barbarie, la ignorancia, la
injusticia, el abuso de poder, la desigualdad, la intolerancia.
Una vez leí que alguien preguntaba: ¿Dónde estaba Dios en
Auschwitz? A lo que alguien respondía: ¿Y el hombre, dónde estaba
el hombre?
¿Dónde está el ser humano en Ciudad Juárez? Está en la madre
asesinada a plena luz del día a las puertas del Palacio del Gobierno
de Chihuahua mientras realizaba un protesta para pedir justicia por
el asesinato impune de su hija. Está en la madre que tras más de
año y medio recibe un ataúd blanco con los huesos de su hija
identificados por los botones de su camisa, y lo vela públicamente
en señal de protesta. Está en las madres que esperan día a día a
sus hijas, besan sus fotos y rezan con desesperado fervor para que
regresen o Dios les de fuerzas para soportar lo que sea que les esté
ocurriendo. Está en los hijos que aún preguntan por sus madres y
juegan a que hablan con ellas por teléfono. Está en las personas
eliminadas por acercarse demasiado a la verdad. Está en el ciudadano
anónimo que cree que un mundo mejor es posible, donde el asesinato
no sea lo normal, que no se acostumbra ni acepta vivir en una
sociedad enferma dominada por el terror, que cree en una sociedad
construida sobre unos valores universales, donde el conocimiento, la
verdad y la razón, la esencia del ser humano, sean las armas más
poderosas frente al miedo, la barbarie y el horror. Que cree que
conseguir un mundo mejor es posible y responsabilidad de cada uno
lograrlo.
Mujeres de Ciudad Juárez, mártires
de Ciudad Juárez, no estáis solas.
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