Bajo
el ahora
Calor
humeante bajo las brasas del corazón. Tonalidades sublimes en los
latidos nubosos de tus ideas. Hay fronteras que limitan los corales
en tu piel de brillante agua, excluyendo los parajes tristes del
subsuelo. Entre esclavas de oro bruñido se pierde tu voz, como el
alba tras un árbol que pareciera una alta edificación transformada
en rubí. El pelo te ondea bajo la espuma salina. Corres buscando
refugio del huracán eterno. Estás sofocada, el aire es fuego.
Refugias tu carisma entre los rayos y él te llama angustiado. Te
pide que no lo abandones, que no lo dejes. Atraviesas la muchedumbre
luminosa aguantando tu respiración, -¡Corazón!-. Marchas sin mirar
atrás, apagas el calor en tu pasado y buscas flores púrpuras
alrededor del sol dormido.
Una voz lejana, una estrella
que te llama.
Escape
en una tina
Veo
escurre entre mis manos.
Un
rayo de luz alumbrando su rostro inerte.
Ella,
llora y grita ante mi mirada perdida.
Se
derrama su perfume entre las cortinas de plástico.
Tomo
sus manos para que sostengan mi dulce calavera.
Sus
cabellos se enredan en la ventana,
sus
pies, se esparcen por el suelo.
El
alma se le escapa por la lengua
mientras
exprimo su cuerpo a minuendo.
Con
los ojos vacíos mira cómo me alejo.
Pasa
el tiempo dentro de la habitación solitaria;
Un
murmullo sordo, una mirada vaga;
el
sol turquesa reflejado tras tu espalda.
Un
grito.
Un
fin.
Terminan los versos;
la vida.
Una
carga pende del gatillo: tus ojos.
No
hay salida, no hay arrepentimiento.
Cae
el telón, caen tus párpados;
mariposa.
Pareciera
una espiral, una cuerda.
La
muerte, la noche, un momento.
Mujer.
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