pueblan apretujados las páginas del diario:
que cotidianamente alzamos nuevas cruces
y esquivamos apenas nuevas amenazas,
que poco a poco nos matan cada calle,
nuestra ciudad amada,
nuestro país que duele.
Sepan que habremos de alcanzarlos,
mas no con buenas nuevas ni esperanzas:
muertos desesperados,
muertos de soledad,
muertos de miedo;
pero no muertos de vergüenza.
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