CREDO
Creo
en los superhéroes
como
quien cree en Dios
y
ora en la oscuridad
suplicando
ayuda.
Creo
en su poder
como
en una virtud esclava:
bestias
insomnes, búhos diurnos,
omnipotentes,
omnipresentes.
Creo
en el salvamento,
en
la hora súbita en la que el bien
es
un perro enfermo,
y
el mal un tridente
que
lo fustiga y lo hace
lamer
los huesos de la tierra,
creo
en el final feliz
que
esta historia nos depara;
creo
en eso,
en
el arribo de ese ser temible y poderoso,
en
su infalible forma de abatir
lo
que odia
y
a veces lo que ama.
Creo
en los superhéroes,
en
la pertinencia de su anonimato,
en
sus enemigos sin familia,
en
sus armas
de
destrucción masiva
y
de construcción azarosa,
en
la posibilidad que tienen
de
destruir al mundo
y
como a un mirlo triste
exprimirlo.
SÚPER
VILLANO
A
veces soy un súper villano,
Y
debo confesarlo, soy así desde aquella nochebuena
En
que mi padre el Santa Claus,
Me
regaló una R-15, soldaditos de plomo ingleses,
y un extraño,
silencioso, colorido, cochecito bomba.
MI
NOMBRE ES GREGORIO
A
mí me gusta,
a
mí me encanta
Franz
Kafka:
elijo
ser él
cuando
juego a los escritores.
Yo
también
soy
una cucaracha
EL
TALÓN DE LA EPOPEYA
No
te lo había dicho nunca, pero, de verdad, espero tu llegada.
He
reconocido tus guiños a la vida, tu invasión poderosa, pero no he
podido aceptar
que
llegarás a esta casa
como
Cristo a Jerusalén
o
como un niño enfermo de cáncer a Disneylandia.
Seguro
mis tías te recibirán con ese oro, incienso y mirra que son sus
mimos,
mi
padre con el racimo de plátanos
que
son sus manos,
mi
madre con el horno de microondas
que
es su regazo,
y
yo con el shuriken de ninja
que
es mi cara.
Espero
tu llegada, pero es mejor que no vengas.
Ya
lo has oído en mis historias.
En
este mundo Magneto, Majin boo,
Lex
Luthor, el Hombre radioactivo y la policía,
son
la migraña de los hombres,
yo
el bálsamo, la resistencia,
Héctor,
Aquiles;
no
vengas, quédate ahí
donde
un cordón es tu único asidero,
aquí
no haces falta, hermano,
tú
sólo serás el talón de la epopeya.
FUTURE
Escribir
la historia de uno
es
una forma de anochecer.
Dicen
que uno escribe para la posteridad
y
que la noche
es
el futuro de los que amanecen.
Dejo
los pantalones mojados por el miedo
y
me masturbo en los insomnios
para
soñar con mis futuros hijos,
me
despojo de mis máscaras
porque
sé que al morir uno se lleva la cara
que
esculpió con los años.
Me
dejo llevar por las influencias, por el pasado.
Sé
que no siempre miraré al norte,
sé
que los zarpazos venideros
harán
que mi sangre forme el mapa a seguir.
Por
eso justifico las faltas en la escuela
con
ruedas de la fortuna,
vago
en el caballo de las tres dándome baños de tarde,
le
soplo un secreto de luces a la noche,
guardo
el hambre en los bolsillos
y
escribo mi historia
y
mi otra historia
en
un cómic o en un video juego
con
escenarios de un futuro
que
no quiero vivir.
YO
SOY EL QUE LIMPIA LOS ESPEJOS
Acostumbrado
a desmentirme
en
las paradas de autobuses o en las prisas del lavabo,
me
he puesto a limpiar
los
espejos de la casa.
He
pasado frente a ellos
con
más de 10000 rostros
y
dicen los que juegan a ser mis biógrafos
que
sigo siendo el mismo.
Por
eso regreso. Regreso a ellos
como
quien ha olvidado algo,
la
risa, el cambio, el rostro temblando en el agua,
regreso
culpando a la vida por las tragedias
como
quien desciende
con
el paracaídas de repuesto,
como
la piedra que cae sobre un periódico
y
cubre las buenas nuevas
o
la fotos de la alta sociedad.
Un
desamor más y se notará en mi cara,
una
caída más
y
volverá la pesantez a ser mi única compañera.
Y
así es como me digo la verdad,
gesto
a gesto, mentira a mentira;
yo
soy éste que evita pisar su sombra alargada,
el
que miente y se cuelga
a
diario las sonrisas que guarda bajo la ropa,
y
que sólo utiliza para las chicas de la calle
o
para los de alto rango en el trabajo;
yo
soy éste
que
limpia los cristales
y
que cuando éstos vuelven a llenarse de polvo
se
desmiente y sabe
que
ése es su reflejo.
OBRA
DE ARTE
Hoy
vendrá el rentero
y
no habrá escapatoria,
no
podré ser el hombre invisible.
Vendrá
como Napoleón,
con
la mano derecha oculta en el saco,
vendrá
con la cartera abierta
como
una vagina ansiosa.
Le
abriré la puerta
y
de mi boca saldrán los pájaros obesos
que
he puesto en engorda,
los
tigres hambrientos
que
he enjaulado.
Vendrá
el rentero
y
truncará mi facilidad de silencio,
vendrá
a
romper mi alcancía de circunstancias,
a
dejar la marca de sus dientes en mi llave,
a
ser un mal samaritano,
a
robarse mis estribos,
a
verificar el mobiliario:
las
pinturas de Botero, la mesa de Breton, las paredes sin poemas de
Pessoa, la puerta con sangre de cordero, el sofá dormido como lo
dejaron los inquilinos anteriores.
Vendrá
el rentero,
se
llevará el cuadro de mi ruina
y
lo venderá a sus amistades
como
una obra de arte contemporánea.
ODA
A LA DERROTA
te
voy a matar, derrota.
[…]
dolida
como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.
JUAN
GELMAN
Ya
me fui al desierto 40 días, como Jesucristo,
ya
me cubrí con pasamontañas en la selva chiapaneca,
ya
di un golpe similar al que le dio Chávez a Taylor,
ya
perdoné a las novias que me olvidaron en el bolsillo,
pero
no siento
que
haya ganado nada.
Tener
las manos vacías
es
como no tener enfrente
la
frase que todo lo libera,
y
no saber leer.
Me
voy a armar con mis tristezas
para
ser inmune a su veneno.
La
victoria es mi amiga de celofán, no me entiende.
Un
cúmulo de piedras me explotó en la cabeza
cuando
comprendí que el confeti
siempre
le cae al ganador. Y perdí,
todo
el tiempo.
Y
al perderlo todo me puse un poco romántico,
me
golpeé la cabeza con un pandero,
acompañé
la canción de los borrachos de la esquina
y decidí matar a mis
derrotas
ocultándome en los
árboles que lindan el sendero.
Yo
perdí la cabellera en una lucha,
antes
la máscara en un sorteo de vergüenzas.
SUBMARINO
1
Vivo
en un submarino: el aire aquí adentro cuesta caro y lo que hay
afuera parece no importarle a nadie.
Aquí
se ha secado ya mi árbol genealógico, hay fantasmas que me
recuerdan que siempre he tenido miedo a permanecer y que la
claustrofobia aún no es un recuerdo.
Quizás
la orilla se precisa lejos. Quizás debo llamarme Naufragio y
levantarme más temprano cuando mis padres lo indican, debo comer lo
que dicen, debo sacudir sus consejos con la mano derecha, y decorarla
con los anillos que he perdido en casa.
Quizás
deje este sótano y salga a la orilla a decir que nunca estuve
enfermo, que sólo seguí las indicaciones de mi brújula cuya
manecilla siempre apuntó hacia otra parte.
Los
adultos no lo saben: soy un corsario que busca tesoros indagando en
la cartografía del rostro.
2
Vivo
en un submarino haciendo señas al tiempo (quiero detenerlo) pero
pasan tiburones, pirañas y anguilas (todos adultos) en esa corriente
(que algún día ha de devorarme) y me ignoran.
Ahora
me doy cuenta que perdí el tiempo esperando maremotos, olas altas, y
por eso entierro en un cofre la televisión, los videos juegos, la
pornografía asiática, los cuentos de papá.
A
mí ningún Jesús me invitó a la pesca de hombres, ninguna ballena
me engulló para que conociera el interior de los grandes.
3
La
música rompe las escotillas, el agua ingresa al submarino y me llega
a las rodillas. Un tiburón con lentes de contacto y una piraña
pasada de moda
observan
el evento como turistas japoneses un acuario.
Llorando
trato inútilmente de tragarme el agua e impedirla.
Los
muebles muestran su otro rostro, el luminoso.
El
abanico deja de dar vueltas, la cama cae de espaldas al suelo, los
posters de conejitas sucumben ante la eyaculación de las ventanas.
Lanzo
los torpedos necesarios hacia afuera y provocan un tsunami en los
ojos de mi madre.
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