Todas las declaraciones grandilocuentes empiezan
con el derecho a la vida.
Luego llega Papá Estado a poner
las peras a cuarto.
En mi cartilla militar dice que en caso
de movilización me presente de inmediato
en tal y tal regimiento de Logroño.
Lo que no dice es que si prefiero
no presentarme, ellos me buscarán para darme
matarile por conducta abominable.
Y a buen entendedor, con eso le basta.
Ocioso es advertir que Papa Estado
no me concede el derecho a decidir
si los motivos de la movilización
son los míos o tan sólo los suyos.
Con ir a Logroño y callar, voy servido.
Eso significa meridiano que el derecho
que Papá Estado reconoce sobre mi vida
no es a tenerla ni a disponer de ella,
sino a darla en defensa de Él cuando Él
me lo exija. Lo demás
desde la Pepa hasta la Vigente
sólo son los mangoneos de manual
con que aderezan su parrapla acostumbrada.
SE SUPONE QUE NO
A ratos me tienta acercarme
(sólo la pereza y la falta de afinidad me lo impiden)
a la oficina del gobierno militar con mi cartilla
donde dice valor se le supone,
y pedirles que, más verdad y menos fórmula,
pongan lo que a estas alturas
empieza a quedar fuera de toda duda:
carece.
Consuelo de bobos: no me diferencio apenas
de la inmensa mayoría de mis conciudadanos
que hemos pasado la vida sin una guerra declarada
que obligue a empuñar armas bajo mando militar,
pero hemos sufrido y trenzado una guerrilla cotidiana
en que a cada paso la justicia era asaltada,
la libertad, despanzurrada,
y el amor violado sin lubricante,
presumiendo procedimientos estrictamente
legales diciéndose legítimos.
Y todos hemos visto morir bajo los puentes
a los que llaman indigentes para no llamarlos pobres,
hemos sentido morir tras las paredes a los niños,
hemos oído llorar a las mujeres abandonadas
y en el silencio, llorar también a hombres vencidos.
Y por la paz, esa paz que a algunos tanto llena la boca,
un avemaría tras otra. Y otra vuelta al minué.
...
Y se supone que no: que nunca haremos nada,
más que rezongar lo penosa que se vuelve la vida...
salvo que surja lo de aquel día inenarrable
en que, sobrepasadas por tamaña injusticia,
intrépidas las turbas tomaron las calles
para impedir el descenso de su equipo
de fútbol a Segunda División, por impago.
Hasta para decirlo en un poemita burdo
hace falta un valor del que, visiblemente,
carezco,
para tener el valor de matar soy muy vago
y para el de Gandhi, de morir, muy apocado,
pero aún así, me creo en el deber de advertir
a quien nos clasifica y nos enfila como carne
de cañón a granel, que se ande con ojo
con lo que supone y lo que se transcribe
y no desdeñe a tantos y tantos
que aún no hemos ido a reformar
el veredicto de la cartilla,
porque si un día ocurre que todo está perdido
y nada importa ya,
ustedes desconocen (y yo en cambio sé algo)
del poder que puede desplegar
una
palabra desatada.
a otro perro con ese hueso
fue militar.
Por supuesto: a poco que revisemos
se incrementa la sospecha de que todas las guerras
llamadas civiles
son, por supuesto, militares.
Me escama tanto empeño
militar, por supuesto,
en militarizar al máximo a la población civil
para luego pretender
civilizar
o hacer pasar por civiles
las guerras.
HOMENAJE A COSTA RICA
Costa Rica licenció su Ejército;
mejor queremos educadores que soldados, dijeron.
Lo típico es pensar que sus vecinos armados
podían comérsela cruda.
Pero no sucedió nada, salvo
que Costa Rica fue aún más rica.
Y mejor educada.
Ahora que nos hablan de crisis,
de recortar prestaciones sociales,
inversiones públicas, o derechos ciudadanos
que resultan onerosos al erario
¿por qué a nadie se le ocurre la de Costa Rica?
España, ¡ay, España!
con tan largo historial de imperios y rapiñas
no se atreverá a quedarse desarmada...
Pero yo os digo que un día, antes o después,
no sólo España, sino todos, tendrán que elegir
entre usar las armas que han acumulado para destruirse
o emplear sus recursos a favor de la vida de todos.
Y entonces brillarán con luz propia aquellos
que tendieron la mano a su debido tiempo
y más radiante que ninguna Costa Rica, la primera
que lo hizo voluntaria y sin pedir nada a cambio.
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