Sin rostro
La noche en que todos murieron
Había una luna redonda en medio del
Oscuro cielo.
La noche en que todos murieron
Fue al término de 72 horas, se
aspiraba a una democracia.
La calma chicha empezó un domingo de
julio
Se proclamaron para si, nuevamente
setenta años de ignominia.
Esa noche
En el regazo de las montañas había
soñadores
Los más pequeños proclamaron su
autonomía
Para seguir de la mano del pájaro de
quinientas plumas
Del león de la montaña, del frescor
de sus lagunas
Pero sobretodo de la mano de sus
muertos.
Nadie se acordó de ellos, ellos
recordaban
Muy bien a los que murieron
Trajeron a su memoria los agravios y
construyeron caracoles
Recordaron las lágrimas de las madres
y se pusieron a sembrar en su tierra
Maíz de colores
La noche en que todos murieron
Ellos se regocijaron por ser tan
invisibles
Hacia tiempo que ya no eran de este
mundo
Años atrás dejaron de ser noticia
He aquí a los nadie, he aquí a los
locos y los fantasiosos
Cubriendo su rostro y marcando
distancias de comicios tan fatuos
Siguen labrando la tierra, sembrando
educación, salud y esperanza para cosechar autonomía
Esta tierra es de quien la trabaja.
La tierra es la madre que nos ha
cobijado en medio del silencio
Arrulla nuestro sueño y alimenta
nuestra lucha.
La noche en que todos murieron allá en
el asfalto
Aquí, nos alumbraba el fuego
Aquí, el cielo nos regaló la lluvia
y los ríos siguieron su cause
Nuestras niñas y niños crecen
como nosotros, sin rostro…
Mis raíces
Somos los que somos desde las montañas
Hasta la costa
Mi lucha es de los obreros también de
las prostitutas
¡Mi tierra no esta en venta!
Ni el armadillo en su hueco.
Mucho menos el agua que nos aparta de
la sed
Ninguna orquídea sale de este bosque
A menos que te la obsequie la señora
tierra
Hemos crecido codo a codo con la ceiba
El cenzontle nos regala aun su silbido
Y la chachala su algarabía
Como no he de querer esta tierra
En ella hasta el fondo están mis
muertos
Y su polvo ha teñido mi rostro
Que no se afrenta de su madre.
Si el monito aullador vive en las ramas
de mis sueños
Juguetea con mis pensamientos
Y las huellas de Balam caminan mi
camino.
Hermanos todos, aquí estamos
encubiertos por los ríos
Custodiados por montañas
Tratando de cultivar nuestras raíces.
Globalidad
Yo nací en medio de dos siglos
Crecí con la vileza de los últimos
años del siglo XX
Mis ojos vieron como echo raíz la
mariguana en los montes
Como nuestros hijos se echaron al mal
camino
El vicio creció como una enredadera
Los periódicos anunciaban
desaparecidos
La yerba empezó a cotizar en los
mercados
Los bancos jineteaban un dinero que
nunca devolvieron a sus dueños
Muertos, muchos muertos que pedían
ser reconocidos por sus deudos
Mujeres en el norte empezaron a morir
todos los días
A falta de huesos solo quedaron dientes
para tratar de identificarlas
No hubo olfato que reconociera que mi
país
Sucumbía ante la imposición, la
corrupción y el fraude
Nadie grito a tiempo
Los pocos que gritaron fueron sometidos
a pistola, encarcelados y desplazados
A las montañas.
Que podría hoy decir de mi
país-mundo.
La inmundicia se globaliza tanto como
la economía
Y todos caminamos al precipicio.
Sobre la faz de la tierra
Camina un rebaño
Arreado por los dueños del mundo
Hasta el mismo dios tiene correa en el
cuello.
No hay espejos
Por ello no sabemos quien es el otro
Desfilan rostros que guardan como un
equipaje su enojo
Bestias cansadas de arar el dinero de
otros
Que mala comedia
¡Quien ungió esta farsa!
Sobre nuestra espalda pesa la
democracia
Hermosa ramera que nos cobija con malos
argumentos
Peces muertos por su propia boca
Casa
Selvas verdes inundan mi sur
Una maraña de colores se extiende
hasta el horizonte
Caña de azúcar puebla la vereda
Donde paso a paso emerge la montaña
Chante de coyotes, del tecolote, nido
El clamor de las aves inunda los castos
oídos
Ojos que no distinguen el nacimiento de
la luz
Ahí nace el rio
Y la tierra se cohíbe
Se echa a andar en reversa para solapar
humedades
Sapos, libélulas, abejorros, ranas,
axolotes, orugas
¿Que prodiga es esta señora?
En sus brazos arrulla la orquídea en
los días de mayo
El hongo se aposta
Bajo el telón de lluvia que cae en
verano
¡Que nombre darle a esta tierra!
Anónimos son los paraísos
No hay letras para describir a cada
animal
A cada planta que puebla mi pueblo
En esta tierra, que es el mundo
Y si de nombre se trata
Se llama casa.
En el horizonte
En el horizonte hay murmullos de
palomas
Cristales violetas
Temblor de pájaros
Palabras viajeras
Rocas desnudas que gritan razones
inacabadas
Alzo la voz, digo – nunca
Cuchillos que parten el aire
Vapores que germinan al alba
Tú – mujer de luces
Traspasa el horizonte
Desnuda
Cual gramo de cristal
Montaña
Los broches de la sumisión cierran mi
boca
El miedo a la gente
A la ley, a la fuerza, me vuelve
incapaz de levantar un dedo
Quiero largarme lejos, donde no haya
seres que me miren
Donde no haya bocas que pregunten
Donde los únicos ojos que me observen
sean las estrellas
Y quien me grite palabras al oído sea
el aire; no los silbatos moribundos de los autos.
Que la espesura del pasto roce mi
mejilla adolecente
Atrapar palabras en la intemperie con
redes de nylon
Y muchas, muchas flores adornen el
camino que lleva a la montaña
Ella siempre impávida y noble
¡Madre mía escúchame!
Casi siempre el espejo me dicta un
mounstruo cuando asomo la cara
Camina codicioso y roba minutos al
reloj para gritar que no tiene tiempo
Me he cansado de difamar al prójimo,
de esconder entre mis ropas la hipocresía
Quiero regresar a casa
Perderme en el monte, elegida tierra
donde tirar mi salea
¡Escógeme montaña!
Dame el valor de entrar a tu centro y
ser parte de este mundo.
Minas de Coahuila
Piedra sobre piedra
Han caído
Muertos sin seguridad social
Carbón, plata, oro
Columnas deformes
Rostros quemados en pozos
Solo cenizas encontrarán
Donde mineros hubo
Salario de mierda para fantasmas
Socabon con restos humanos
En años serán olvido de partes
Oídos sordos
Ojos sin lagrimas que tienen nubes y
lloran mentiras
Ciegos ante el bienestar social
Hasta la tierra resiste el veneno
Piedra sobre piedra
Cae… Desierto
Deserta la bola pa´ irse a migrar
Migrar pa´ sembrar la soledad en el
corazón de su tierra
De la nuestra
De la tuya
Mientras no estemos muertos
Bajo el hoyo que cerró la tierra.
Nota al margen
Por mas que me roben el tiempo
Por menos de veinte pesos puedo vender
mi alma
Mi corazón
Más no vendo la calma
Ni el libro de Nietzche
Que anoche robo mi conciencia
Tampoco me han quitado el sueño
Las malas decisiones del mal gobierno
Sin embargo no duermo
Cuando se pasean las cifras de mujeres
muertas
Allá, aquí, la frontera
Cuando desaparecen chavos del bachiller
Y aparecen para no resucitar
Me puede caer el fisco y arrebatarme
ciento dieciocho pesos bimestrales
Más no podrán abrir mi cabeza
Para introducir el miedo
Por más malas noticias
Yo sigo creyendo en la poesía
En Borges, en
Becquer, en Villaurrutia
No me robaran el sueño
Más puedo vender mi alma/corazón por
veinte pesos
A quien lea, esta Nota al margen
Y la comparta conmigo.
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