Mataron a la mujer del trece Acecha al tiempo el silencio
la última dealer de la vecindad
fantasma de mil noches
flaca
porosa
y tan falta de Dios
y sin buena mota que vender.
Lo mismo le sucedió a doña María
que lloraba junto a Pancho
cuando los extorsionadores
iban a su farmacia cada viernes.
Martín, el policía con diez autos
y una mansión en la colonia Hidalgo,
se voló los sesos una noche
que encontró a su hijo sin cabeza.
Los sobrinos de mi vecina
no llegaron al cine:
un recuerdo de silencio
los alcanzó en un semáforo.
una bala anónima entró en su espalda;
tampoco el de Mario, mi amigo, que aún corre
para huir de los disparos en el centro comercial.
Y yo con todas estas muertes y noticias
no podré ser el mismo de ayer,
ahora soy como siervo del tiempo:
sin sonrisas
horas de color
o repertorios de canciones norteñas
ni alabanzas a los santos impunes.
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