CIUDAD JUÁREZ
Cuando supe que leería en este acto
me procuré un montón de documentos
miré mil paginas en internet, cien vídeos
y un libro para documentarme.
¡Me equivoqué!. ¡La cague bien cagada!.
Tras leerlo me fue imposible escribir
ni un verso sobre lo que allí está pasando.
Tras leer las actas oficiales, datos de autopsias
y por menores de los casos, me hundí.
Cómo soportar, imaginar, perdonar,
recordar, olvidar tanto dolor.
Qué escribir, sin olvidar a ninguna victima,
sin sangrar, sin quedar avergonzado.
Cómo disculpar tanto error cometido
tanta mentira, ocultación del gobierno y
no caer en el arrebato de insultarles, de
odiar a toda la humanidad, de odiarse uno mismo.
¿A dónde, a quien reclamar por sus vidas?
Dónde escarbar, enterrar, sepultar, esconder
la vergüenza de uno, por ser de su misma raza.
Cómo apartarse de estos animales que
premian a los asesinos, que ocultan la sangre
en la misma tierra donde no descansarán ellos.
…que lo espero de todo corazón.
Cómo medir y pesar, dónde guardar el dolor
de sus familiares, la agonía por ellas vividas.
Qué hacer con la vida de uno mismo, después
de saber que allí (ahora, también dentro de mi)
están matando, violando y torturando a niñas-mujeres
por un único pecado cometido, por nacer mujeres,
pobres y en un infierno que sólo nosotros los
in-humanos hemos creado.
En qué coño piensa Dios mientras sus hijos
exterminan atrozmente la parte más inocente de
su creación, de su tan perfecta creación.
Dónde meteré yo mi desvergüenza, esa que sentiré
cuando acabe este acto, cuando mañana me olvide
de las victimas, cuando ya no esté de moda.
No sé qué hago aquí, por qué escribo esto, ni por qué
tuve que leer el maldito libro ese.
Ahora, hoy y no sé hasta cuando, me siento muy triste,
dolorido y avergonzado, pero a la vez muy afortunado.
Demasiado afortunado. Pues vivo en un mundo que
nada se parece a Ciudad Juárez.
Me siento tan afortunado, que juro me da vergüenza.
Quería haber escrito un poema…
pero juro no he podido.
Gracias y lo siento de verdad.
POEMA IMPOSIBLE
Juro que intenté hacer un poema con sus muertes, pero cuando lo hacía ,me dolía la cabeza, se anegaban los ojos o dolía a rabiar el alma.
No he podido hacerlo, pues como dijo mi querido poeta mejicano Jaime Sabines: “No hay poesía en la muerte. En la muerte no hay nada”.
Pero un día, terco en el intento, me dormí y soñé… un ser minúsculo resbalaba por la pantalla del ordenador dando vueltecillas hasta que choco contra mi vaso. Retiré el vaso por ver lo que era, …una minúscula niña alada había allí.
Atónito miré la pantalla del ordenador en espera de que cayesen más. Esperaba una lluvia de estrellas de agosto en mi escritorio. De pronto, Gladys Janeth Fierro (así me contó que se llamaba y que tenía 12 años) moviendo sus alas torpemente, se elevo sobre el teclado. Tras hablarme durante un buen rato, emprendió el vuelo. Ascendió veloz y decidida hacia donde reside.
Contó, que vive en el desierto, en la arena, a la espera del encuentro con la muerte. A la espera del entierro de otra mujer-niña en Ciudad Juárez. Estará allí para ayudarlas. Para que no estén solas. Como hace desde hace 20 años, con las más de 700 mujeres-niñas que allí han sido y siguen siendo violadas, mutiladas y asesinadas.
Me desperté lentamente. Amargamente. Leyendo unos nombres que alguien escribió sobre mi mesa:
- Mónica Janet Alanis Esparza, 18 años. - Lidia Ramos Mancha, 17 años. - Érika Nohemí Carrillo Enríquez, 20 años. - Rosalba Pizarro Ortega, 16 años. - Julieta Marleng González Valenzuela, 17 años. - Mirian Cristina Gallegos Venegas, 17 años. - Yesenia Concepción Vega Márquez, 16 años. - Diana Yazmín García Medrano, 18 años. - Claudia Judith Urías Bethaud, 17 años. - María Guadalupe Del Río Vázquez, 19 años. - Miriam Lizbeth Bernal Hernández, 19 años. - Blanca Grisel Guzmán, 15 años. - María Elena Garcia Salas, 18 años. - Griselda Mares Mata, 23 años. - Gabriela Holguín Reyes, 22 años. - María del Rosario Palacios Morán, 18 años. - Ana Azucena Martínez Pérez, 9 años. - Merlin Elizabeth Rodríguez, 16 años. - María de Jesús Sandoval González, 33 años. - Alma Margarita López Garza, 27 años. - María Isabel Mejía Sapien, 18 años. - María Fátima Flores Ortiz, 16 años. - Julia Hernández Hernández, 20 años.
Sus familiares aún lloran y buscan sus cuerpos.