Los
embusteros
Nací
un día inmisericorde
de
noticias duras y tragedias ennoblecidas.
Conmigo
nacieron
las
vengativas sombras de la noche,
ensortijadas
en su prístina ausencia.
A
mi lado estuvo la casa del otoño
plantada
como un mudo recuerdo de enojo y soledad.
Escucho
la sonrisa de un escarabajo de bronce
ceñirse
a la resonancia del cuarzo
y
afuera en la calle un claxon aberrante
enciende
su nota de intranquilidad.
En
la esquina en donde vivo
hay
un constante rumor
desesperado
de un ayer que se posterga;
hay
un grotesco muro de grafittis iluminando la calle
y
un sinnúmero de pasos muertos
que
definen de la manera más exacta
el
exquisito lenguaje de los embusteros.
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