ENRIQUE PLEGUEZUELO, Córdoba

A Luz M.ª Dávila, que recibió en Ciudad Juárez

a la Caravana del Consuelo

Has vuelto pequeña y humilde

para abrazar la palabra que nace

del silencio, pues de allí surge

el grito más fuerte, la voz de todos,

el rugido que no se acalla,

aquel que proviene de las abiertas

fauces, de la mirada antigua

del guerrero ocelotl, del gran jaguar

que os adiestró en la libertad.

Nunca muere la epopeya de pueblos

con sangre caliente, de altiva

memoria, ríos bravos de coraje

donde bañarnos en su historia.

Caravana por la Paz con Justicia

y Dignidad, Pacto de Cívicas

Gentes, kilómetros de blanco osario

al sol del grito de los muertos.

Cuernavaca, Ciudad de México,

Morelia y San Luis de Potosí,

Zacatecas, Durango y Saltillo,

Monterrey, Torreón y Chihuahua

hasta Ciudad Juárez,

caravasar de sudor, fonda

de esperanza que barre la impunidad,

la indiferencia que aprieta

el asesino gatillo del poder.

Sé que no buscáis camino

para la paz porque la paz es vuestro

camino, aquel que destruya

al crimen y al desprecio a todo un pueblo;

senda que parte desde el dolor

hacia la dignidad. Porque ¿qué sois

sino el músculo enterrado

bajo la tierra, aquel que empuja

a la vida hacia el sol, aquel

que sustenta las aguas que nos crecen?

Porque este canto es vuestro,

porque todos vuestros muertos no están

sino en nuestros corazones,

porque este canto es poesía,

porque ellos, de igual modo

que los hijos, también son poesía.