CIUDAD
JUÁREZ
Falta
agua, sobra sangre
en
polvaredas secas de Chihuahua,
y
la tierra se riega con la venas,
entre
vientos de polvo, falta el aire.
Porque
el miedo no deja que traspase
las
fronteras el tiempo,
y
todo sigue igual;
se
acoraza el imperio en su cemento
y
la violencia siega el tallo de cebada.
El
miedo se alimenta de canalla
que
protege a la piel más criminal.
Y
todo sigue igual en Ciudad Juárez;
la
mujer es un vaho que se evapora
y
aparece licuado sobre el suelo
por
la mano invisible que ejecuta,
que
domina, que vende, que disputa,
que
maneja a los hombres como a putas,
vendidos
por entero, sin porciones,
con
los calzones puestos, sin blasones.
No
es el dinero hermanos mexicanos
el
comprador de vastas mercancías,
es
el miedo abnegado, por insano
el
que pone por jaque a la armonía,
la
vida, la decencia, la alegría
con
tanta impunidad.
No
es el poder Dinero en Ciudad Juárez,
es
miedo de morir o de matar.
Es
el juego de lucha en la frontera
como
pugna de luz y de tiniebla
entre
Dios y Satán,
sepa
usted quienes fueran uno u otro,
a
veces, son igual.
En
Ciudad Juárez, como en toda frontera
crece
el mal,
como
baluarte ciego de una guerra:
la
insolidaridad.
El
norte es de los gringos, de los blancos,
El
sur de los latinos, de los flacos,
de
los que muerden polvo por su vida
y
en la mordiente muerte
se
encenagan de lodo sus heridas.
Latinos
sin un cielo,
de
ejercicio, mantener el imperio,
salir
de la miseria, desertar.
Y
así, en Ciudad Juárez,
hoy
como ayer, no más
matar
para que nada cambie
esa
es la realidad:
La
imagen de un espejo en la frontera,
hoy
la vida ni está ni se la espera,
sepa
usted quienes son Dios y Satán…
En
polvaredas secas de Chihuahua
polvo
blanco que corre por las venas,
se
respira y traspasa la frontera.
Sin
milagros de panes y de peces,
falta
el aire y el agua
y
lo que sobra es sangre,
y
la tierra se riega con la venas,
entre
vientos de polvaredas blancas
sobre
el aire.
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