Habrá otra vez
En el vuelo de los pájaros que emigran tal vez está el secreto,
la secreta escritura del regreso,
aquella voluntad que no marca el cambio del destino.
Más allá de las sombras asoman las mañanas,
y nunca deja de cantar el gallo subido en lo más alto del mástil carcomido
desde donde dirige los sonidos de las fábricas
antes aún que el pregonero grite en las calles madrugadas,
las muertes que pasan al anonimato como objetos
que han perdido la razón junto con la existencia.
Como ángeles sin aureola volverán siempre al mismo crimen,
y habrá crucifixión con sangre
bajo un cielo de violencia que vuelve todo un páramo inmutable
y el mundo pierde el cuerpo que se transforma en sílabas desnudas.
Y así, en ese mirar deshabitado
volverá otra vez más a repetirse alguna forma sin olvido,
alguna ilusión desesperada,
un futuro escandaloso bramando un abandono
en la zona dónde no sé bien que es lo que digo,
con la quietud de un centro que mueve la rueda de los días,
y el movimiento con un zumbido de motores arrojará sin ser oída
una sentencia como epitafio eterno,
habrá otra vez, habrá otra vez.
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