La aurora despierta mortecina.
Otra vez está de luto el día.
El sol pareciera velado por grises imposibles.
Rastros de lirios marchitados en recodos .
La lozanía va palideciendo a cada hora,
para dar paso a una tez atenazada.
Nadie sabe qué ocurrirá hoy, ni a quién.
Y, en llegando la noche, el alma se amedranta
En el aire resuenan alaridos de dolor.
Como si fuera la melodía incansable del lugar
un sonido que se escucha en el alma,
el clamor de tantas niñas muertas
Antes, y con saña, maltratadas, violadas y heridas .
Con un fin indeterminado, donde,
amparados en la noche oscura,
los feminicidas desfogan sus locuras
quizás impelidos por la droga o
por, no se sabe cuales, aviesas intenciones.
Este es, hoy, mi grito de mujer;
exigiendo compromiso al Gobierno de México
para que, de una vez,
el feminicidio en Ciudad Juárez
deje de ser un deporte.
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