Como espina de cactus sobre los párpados,
esta espera por verte frente a la puerta
no importa si ángel o fantasma,
tú, mi princesa altiva.
Porque ha chillado el quetzal,
y se ha inflado la serpiente en los berrocales…
mas tú no llegas
y yo no sé dónde buscarte.
Porque en las pestañas,
el aguijón de un sudario
se quema entre mis lágrimas
y no le queda más horizonte a mis ojos
que el furtivo beso de tu sonrisa.
Pero tú no llegas, mi princesa altiva,
¡pero tú no llegas...!
Es como si la muerte
se calzara tus zapatos blancos
y convertida en cera,
nos retase a olvidarte
a la trémula luz de esta vela
que se parece algo a la esperanza.
Pero tú no llegas.
Ni pensar quiero
que te irás descalza
sobre los guijarros de la injusticia
o que tus pendientes de obsidiana
los robará el alebrije
para ofrendarlos a la lujuria
y que la arena
moldeará y esconderá sus rosas
en tu pelo ya sin color.
¿Por qué no llegas?,
¿por qué no llegas...?
Sea pues esta noche
la guadaña que coseche mi alegría,
fosa de mi luto y mi pavor
donde la vida se torne en el más cruel de los espejismos.
¡Sea!
Pero yo jamás dejaré de esperarte,
mi princesa altiva,
yo, jamás dejaré de esperarte.
Mazagón 28 de Agosto de 2014
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