La flor del nopal
Donde tu inocencia quedó cercenada
grito tu nombre; en el lugar exacto,
y un clandestino eco me devuelve
el llanto lacerado de una flor de nopal.
Grito tu nombre en el preciso instante
en el que un sol de ausencias
emerge de tu pecho como un suspiro helado,
como un rosal de dagas que te hiriera de muerte.
Grito al cuchillo que violenta tu carne
y a la mano asesina que silencia tu nombre
y gritando me ahogo en tus pupilas yertas,
en el amargo cauce que tu llanto produce
sobre la tierra sacra que tu cuerpo amamanta,
donde tu madre reza, donde mi voz te ausenta,
donde nace una orquídea cada noche de luna
en un dolor profundo, allí grito tu nombre.
Eladio Méndez