Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

domingo, 5 de agosto de 2012

ISIS ROJO, Puebla


Sin rostro

La noche en que todos murieron
Había una luna redonda en medio del
Oscuro cielo.
La noche en que todos murieron
Fue al término de 72 horas, se aspiraba a una democracia.

La calma chicha empezó un domingo de julio
Se proclamaron para si, nuevamente setenta años de ignominia.

Esa noche
En el regazo de las montañas había soñadores
Los más pequeños proclamaron su autonomía
Para seguir de la mano del pájaro de quinientas plumas
Del león de la montaña, del frescor de sus lagunas
Pero sobretodo de la mano de sus muertos.

Nadie se acordó de ellos, ellos recordaban
Muy bien a los que murieron
Trajeron a su memoria los agravios y construyeron caracoles
Recordaron las lágrimas de las madres y se pusieron a sembrar en su tierra
Maíz de colores

La noche en que todos murieron
Ellos se regocijaron por ser tan invisibles
Hacia tiempo que ya no eran de este mundo
Años atrás dejaron de ser noticia

He aquí a los nadie, he aquí a los locos y los fantasiosos
Cubriendo su rostro y marcando distancias de comicios tan fatuos
Siguen labrando la tierra, sembrando educación, salud y esperanza para cosechar autonomía
Esta tierra es de quien la trabaja.

La tierra es la madre que nos ha cobijado en medio del silencio
Arrulla nuestro sueño y alimenta nuestra lucha.

La noche en que todos murieron allá en el asfalto
Aquí, nos alumbraba el fuego
Aquí, el cielo nos regaló la lluvia y los ríos siguieron su cause
Nuestras niñas y niños crecen como nosotros, sin rostro…



Mis raíces

Somos los que somos desde las montañas
Hasta la costa
Mi lucha es de los obreros también de las prostitutas
¡Mi tierra no esta en venta!
Ni el armadillo en su hueco.
Mucho menos el agua que nos aparta de la sed
Ninguna orquídea sale de este bosque
A menos que te la obsequie la señora tierra
Hemos crecido codo a codo con la ceiba
El cenzontle nos regala aun su silbido
Y la chachala su algarabía
Como no he de querer esta tierra
En ella hasta el fondo están mis muertos
Y su polvo ha teñido mi rostro
Que no se afrenta de su madre.
Si el monito aullador vive en las ramas de mis sueños
Juguetea con mis pensamientos
Y las huellas de Balam caminan mi camino.
Hermanos todos, aquí estamos encubiertos por los ríos
Custodiados por montañas
Tratando de cultivar nuestras raíces.



Globalidad

Yo nací en medio de dos siglos
Crecí con la vileza de los últimos años del siglo XX
Mis ojos vieron como echo raíz la mariguana en los montes
Como nuestros hijos se echaron al mal camino
El vicio creció como una enredadera
Los periódicos anunciaban desaparecidos
La yerba empezó a cotizar en los mercados
Los bancos jineteaban un dinero que nunca devolvieron a sus dueños
Muertos, muchos muertos que pedían ser reconocidos por sus deudos
Mujeres en el norte empezaron a morir todos los días
A falta de huesos solo quedaron dientes para tratar de identificarlas
No hubo olfato que reconociera que mi país
Sucumbía ante la imposición, la corrupción y el fraude
Nadie grito a tiempo
Los pocos que gritaron fueron sometidos a pistola, encarcelados y desplazados
A las montañas.
Que podría hoy decir de mi país-mundo.
La inmundicia se globaliza tanto como la economía
Y todos caminamos al precipicio.

Sobre la faz de la tierra
Camina un rebaño
Arreado por los dueños del mundo
Hasta el mismo dios tiene correa en el cuello.
No hay espejos
Por ello no sabemos quien es el otro
Desfilan rostros que guardan como un equipaje su enojo
Bestias cansadas de arar el dinero de otros
Que mala comedia
¡Quien ungió esta farsa!
Sobre nuestra espalda pesa la democracia
Hermosa ramera que nos cobija con malos argumentos
Peces muertos por su propia boca



Casa

Selvas verdes inundan mi sur
Una maraña de colores se extiende hasta el horizonte
Caña de azúcar puebla la vereda
Donde paso a paso emerge la montaña
Chante de coyotes, del tecolote, nido
El clamor de las aves inunda los castos oídos
Ojos que no distinguen el nacimiento de la luz
Ahí nace el rio
Y la tierra se cohíbe
Se echa a andar en reversa para solapar humedades
Sapos, libélulas, abejorros, ranas, axolotes, orugas
¿Que prodiga es esta señora?
En sus brazos arrulla la orquídea en los días de mayo
El hongo se aposta
Bajo el telón de lluvia que cae en verano
¡Que nombre darle a esta tierra!
Anónimos son los paraísos
No hay letras para describir a cada animal
A cada planta que puebla mi pueblo
En esta tierra, que es el mundo
Y si de nombre se trata
Se llama casa.



En el horizonte

En el horizonte hay murmullos de palomas
Cristales violetas
Temblor de pájaros

Palabras viajeras
Rocas desnudas que gritan razones inacabadas
Alzo la voz, digo – nunca

Cuchillos que parten el aire
Vapores que germinan al alba
Tú – mujer de luces

Traspasa el horizonte
Desnuda
Cual gramo de cristal



Montaña

Los broches de la sumisión cierran mi boca
El miedo a la gente
A la ley, a la fuerza, me vuelve incapaz de levantar un dedo
Quiero largarme lejos, donde no haya seres que me miren
Donde no haya bocas que pregunten
Donde los únicos ojos que me observen sean las estrellas
Y quien me grite palabras al oído sea el aire; no los silbatos moribundos de los autos.

Que la espesura del pasto roce mi mejilla adolecente
Atrapar palabras en la intemperie con redes de nylon
Y muchas, muchas flores adornen el camino que lleva a la montaña
Ella siempre impávida y noble
¡Madre mía escúchame!
Casi siempre el espejo me dicta un mounstruo cuando asomo la cara
Camina codicioso y roba minutos al reloj para gritar que no tiene tiempo
Me he cansado de difamar al prójimo, de esconder entre mis ropas la hipocresía

Quiero regresar a casa
Perderme en el monte, elegida tierra donde tirar mi salea
¡Escógeme montaña!
Dame el valor de entrar a tu centro y ser parte de este mundo.



Minas de Coahuila

Piedra sobre piedra
Han caído
Muertos sin seguridad social
Carbón, plata, oro
Columnas deformes
Rostros quemados en pozos
Solo cenizas encontrarán
Donde mineros hubo
Salario de mierda para fantasmas
Socabon con restos humanos
En años serán olvido de partes
Oídos sordos
Ojos sin lagrimas que tienen nubes y lloran mentiras
Ciegos ante el bienestar social
Hasta la tierra resiste el veneno
Piedra sobre piedra
Cae… Desierto
Deserta la bola pa´ irse a migrar
Migrar pa´ sembrar la soledad en el corazón de su tierra
De la nuestra
De la tuya
Mientras no estemos muertos
Bajo el hoyo que cerró la tierra.



Nota al margen

Por mas que me roben el tiempo
Por menos de veinte pesos puedo vender mi alma
Mi corazón
Más no vendo la calma
Ni el libro de Nietzche
Que anoche robo mi conciencia
Tampoco me han quitado el sueño
Las malas decisiones del mal gobierno
Sin embargo no duermo
Cuando se pasean las cifras de mujeres muertas
Allá, aquí, la frontera
Cuando desaparecen chavos del bachiller
Y aparecen para no resucitar
Me puede caer el fisco y arrebatarme ciento dieciocho pesos bimestrales
Más no podrán abrir mi cabeza
Para introducir el miedo
Por más malas noticias
Yo sigo creyendo en la poesía
En Borges, en Becquer, en Villaurrutia
No me robaran el sueño
Más puedo vender mi alma/corazón por veinte pesos

A quien lea, esta Nota al margen
Y la comparta conmigo.





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