Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

jueves, 23 de agosto de 2012

FELIPE GAYTÁN, México D.F.


Primer poema


En el jardín que se bifurca

La vida tiene un lento porvenir.

En el patio ajedrezado

La lluvia cae al amanecer,

en la calle suena el saxofón,

Y en la playa nace el carnaval.



Eres un grito

Que recorre el malecón,

Un eclipse

Que estalla en la ciudad.



En el pasillo de las sombras

Suena el eco de tus pasos,

Y en tu rostro zurca el desazón,

Corren tras de ti

Flautas,

Tambores,

Vagos,

Gitanos,

Estudiantes y patanes.



Corren tras de ti

Sables,

Cuchillos,

Curas,

Andrajosos,

Momias y Quijotes.



En el callejón de la sonrisa

Eres el beso y la discordia,

El último suspiro,

Y el sueño del obrero.





Segundo poema.



Soy.

Soy un beso infernal,

La cicatriz,

La maldición,

Una hora olvidada en un desván.



Un día igual a la soledad,

Al sueño,

Al alebrije,

Al embrujo que se esfuma.



Que las aves te digan,

Que amo tu cuerpo entre la arena,

Que busco tu cintura en el acantilado,

Y en las piedras del camino.



Quiero arañar

Tu piel arboleda en la llanura,

La ciudad desde el oriente,

Con tu vientre muro de agua.



Quiero volar,

Hasta el fondo de la vida,

Ser el chuparrosa,

El pájaro mosca,

El colibrí zurdo.

Llegar a la tierra prometida,

Tatuarte los recuerdos

Con ceniza, tierra y agua.



Soy el antifaz,

El gesto,

El desdén,

La juventud,

Un golpe certero para ti.



Tercer poema.



De un zarpazo te llevaste

el mar,

la lluvia,

la arena,

y quedó la piedra suspendida.



De un zarpazo los minutos

confiscaron tu mirada,

tu ropa,

tus zapatos.



De un zarpazo

mi horizonte tiene un coágulo en el costado,

un árido jardín,

un ángel mutilado.



De un zarpazo

un Gólgota te espera,

Cristo lleno de insultos y pedradas.

Elegía sin dientes,

Osamente indescifrable,

Ironía y despedida.



Cuarto poema.



Prohibido escribir tu nombre de sándalo y adobe,

el séptimo presagio

que elimina la gotera,

Prohibido señalar a Sahagún

y sus árboles monstruosos,

el camino blanco

por donde viajaron mis ancestros.



Prohibido hablar de los vikingos

que rompieron sus destino

sin temor a la noche y al abismo,

del difícil Marco Polo

que no quiso descifrar la esfera.



Sólo el almirante y la brújula perdida

podrán escribir la historia

llegar al paraíso,

a la punta del pezón,

donde se encuentra

el indígena salvaje,

el baile florido

y los cascabeles de oro



Prohibido escribir tu nombre de sándalo y adobe,

recordar los pedazos de vidrio

con que los hombres de metal

compraron tus caricias,

Prohibido recordar la derrota

y el final de un gran imperio.





Quinto poema.



En tus cejas hay un sendero de reptiles

que desovan el verano,

una garza que devora profesías,

y mi infancia con sus catedrales

y sus perros.



En tus cejas hay un sendero de tortugas

que desovan el verano,

son la vida que caminan por un tunel,

son escudos negros,

en una selva con fusiles de madera,

es mi vida de quetzal herido

que navega en chalupa,

la ciudad que cubre

tus sueño de Malinche.



Es el monolito

partido en mil pedazos,

tu pecho

entre el jaguar y la armadura,

tu cadera

entre las flechas y las balas de cañón.





Sexto poema.



Mi mano lagartija

atrapa tu tímido bonsai,

bala entre tus ingles,

comensal en tus pezones de arena,

dinosurio en el maratón de tu piel.



















Séptimo poema.



Doy la vida por usted,

El vientre oscuro de mi país,

La laguna adormecida

Donde navegó Moctezuma,

Y soñó la Malinche,

Donde palpita el corazón de un pueblo

Que busca regresar a su origen.





Octavo poema.



Vestida de verde.



Así me gustas soledad

Vestida de verde,

Con tu andar de parpadeo ligero

En el pleamar de las nubes.



Con tus dedos de lirio

Trazando paisajes en la geografía,

Piedra y huracán,

Curva en el crepúsculo,

Rostro y holocausto.



Dicen que eres difícil soledad,

Porque guardas un silencio de dinamita,

Un llanto en el terremoto,

Una bala que perfora mi cráneo.



Soy amor lapidado

Que desciende a los infierno.



Dicen que no sabes amar soledad,

Porque no cuidas mi cama,

Por el día

O durante la noche,

porque no besas mi cuerpo

lleno de delirios urbanos.

Tú metralla bajo mi piel,

Altar, sacrificio,

Amor y cementerio.















Noveno poema.



Ulises.



Sabe tu cabello

a proyectil quemado,

a sangre, a purgatorio.



En el muro de lamentaciones

dialoga mi madre,

teje y desteje

el eco de tu letanía.

Estalla un reloj

convertido en llorantero,

se desbordan ratones

como se desbordan los minutos,

destruyen tu rostro imposible,

tu historia imposible.



Sabe tu cabello

a tierra con yodo,

a óxido y sulfato.



Veinte mil picotazos carcomen

filamentos de tu risa.

Gota a gota es tarde

en los recovecos de tu vida.

Tarde

-muy tarde-.



Sabe tu cabello

a proyectil quemado,

a sangre,

a purgatorio,

a difícil retorno.





Décimo poema.



Soy hombre, ese terco animal que te desea,

el niño desquisiado tras las huellas de tu piel,

esa ropa sobre el suelo,

los lentes en el tocador,

el niño mirando la escalera,

la hojarazca de recuerdos,

el beso en la repisa.



Soy hombre, el salvaje que te espera,

la cama del amor profano

al que no quieres retornar.



Soy hombre, ese terco animal que nunca olvida,

que el cielo no está en venta,

que no es comestible,

que tu rostro en la arena

se diluye con el tiempo.



Nos separa el infinito

y tu vanidad de señora,

una voz en el desierto,

una caricia infernal,

un escapulario sin retorno

y la cruz del ajusticiado

que sueña con salvarse

más allá de la muerte.





















Oceavo poema.





Ya no está,

Se marchó por la ventana,

En medio de objetos que volaron,

Como zumbido de abeja triturando mis sentidos.



Abrió la puerta

Y enfiló por la calle,

Entre ruidos y murmullos,

Entre campanadas

Y cantos de atabales.



Se fue, con pisadas de humo,

Entre laberintos de mercado

Y sueños de héroes carcomidos.



Ya no está,

Soy marioneta sin hilos

entre mascaradas de fracaso,

y el conquistador me mira con desdén.

vino, pan, sangre

en la taberna y a mitad de la Plaza principal.

vino, pan, sangre

en el callejón del aguacate

y en el portón de la mujer herrada.



Ya no está,

La mujer dormida

La vió perderse en la laguna,

El perro desvelado,

la garza en pleno vuelo,

el niño de la calle,

el puente solitario.

Toda la ciudad

La vió perderse en la laguna…





Doceavo poema.



Detrás de la puerta

hay barcos de guerra,

hay armaduras y ríos de sangre.

El almanaque

ha cambiado de rostro

y la vida busca refugio

en otro lugar.



Detrás de la puerta

han violado a Malinche,

desde el pedestal rueda el penacho

y el escudo de jade.



Detrás de la puerta

han sepultado a Coatlicue,

y hay trompetas de fuego

en los pastizales.



Ya no estás

lirio salvaje,

copo de nieve

a mitad del infierno



Ya no estás

eres un mundo distante,

una cruz y una campana,

un corazón con espinas,

un reloj y un libro

de historias interminables.



Detrás de la puerta

hay hombres con cara de sol

que se han marchado contigo

hay un paraíso perdido,

y un barco navega entre nubes

y se ha marchado contigo,

y se ha marchado contigo,

y se ha marchado contigo.


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