Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

jueves, 2 de agosto de 2012

ALEJANDRO JUÁREZ, Tijuana, Baja California


Colgando
Los encarnados números se mueven sin parar y al llegar al tope una pantalla blanca cae en su camino. Las rejas no tienen la fuerza necesaria para detener a las almas maliciosas que se adentran buscando una nueva víctima. La pluma se mueve entre los dedos, la examina con lentitud al tratar de seguir escribiendo en una hoja con tan sólo dos palabras en ella, la fría banca apenas se sostiene y, de la misma manera, busca ayuda para sostenerse y no caer en la oscuridad del vacío. Detrás de aquellos pelos enredados se esconden disturbios de un falso descanso y las pequeñas bolitas de papel marcándole el cuello con heridas sin curación. Las voces no siguen su camino y las ruedas son lo único que sobresale en aquel pasillo donde de repente el aire se llena de palabras, símbolos sin sentido que marcan una sonrisa en las largas caras de los verdugos, la silla está a punto de desvanecerse. El sol baja poco a poco igual que el atormentado ser que cae y quema sus palmas con los violentos rayos de odio destilados por los brutales cómplices. Los barandales de metal son los múltiples testigos de la barbaridad, el estomago del atormentado se retuerce con la intensidad de la vida y el puño se engalana con el dolor engendrado, festeja lleno de los derrames humanos. La negrura se extiende y nos introduce a un mundo donde las pisadas se hacen más fuertes y los sonidos retumban justo atrás de nosotros, la fuerza se apodera y las rejas se vuelven sus compinches, dejan cicatrices que nunca podremos ver pero sí sentir. La soledad se aferra, se engancha con ímpetu en aquellas raíces dañadas por el tiempo donde aquel virus se incrusta, las manos se sueltan un poco más. La ropa se arruga mientras los victimarios juegan, se divierten con el terror que crean en él que hace que se doble y ya no pueda con su peso, ruega mientras siente la respiración de la brutalidad acercarse. Las inclementes decoraciones hacen que tire todo a un lado, sus recuerdos y notas, su conciencia se niega a seguir adelante, a continuar con su eterno calvario. Las risas e insultos impiden su caminar y la maldad se regocija con la mueca de tristeza, aquella que le prohíben el levantar la mirada. Llega el acto principal, el empujón rompe el silencio, los demás seres gritan mientras el rostro está pegado al césped, las lágrimas exterminan la única fuerza restante en el individuo y deja que el sufrimiento invada su interior y el infernal prójimo maltrate su cuerpo, entrar a su fortaleza con el pánico de vivir. Las piezas de su alma comienzan a moverse, buscan la salida del organismo, algún lugar feliz, en paz. Los colores comienzan a verse de nuevo, unos cuantos rostros se visualizan en el horizonte, sonríen de una manera tan pura que el lugar se queda en un profundo silencio, los pedazos se unen de nuevo y poco a poco regresan al lugar donde deberían estar. Él abre los ojos de repente, observa aquellos ojos en las alturas, lo despiertan. Quita a su agresor con el más mínimo esfuerzo, se levanta y mira a todos a su alrededor, da la gracias y se va mirando hacia el cielo.
Resiste

No hay comentarios:

Publicar un comentario