Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

jueves, 27 de septiembre de 2012

VÍCTOR ORTÍZ, Chicago, Illinois


Juárez


 
En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.

                                                                        Lope de Vega


Las tardes de mi infancia
eran tan secas
que sin brillo
se hacían de inmediato viejas
duras
como periódicos después de una noche de lluvia

El desierto hacía su parte
todos los demás la otra
entre el mezquite y los ventarrones de febrero
distancias que asfixiaban
y la monotonía
no había huida que diera resultado
las guaridas de los árboles
eran bosquejos
de lo que no tendríamos

La gente
era buena
hasta tierna
pero brusca
parca
y es que la dulzura
colectivamente
se secaba

El agua
anhelada
chapoteaba por su ausencia
en un sopor detenido
lerdo,
lerdo y largo

En la noche
con un sol más fraterno
manantiales de alegría nos socorrían
emanaban juegos en las esquinas
las señoras hablaban en las puertas de las casas
los viejos hablaban solos

Destiladas
en el aljibe seco pero refrescante
de esas noches
las mujeres despertaban a ser hembras
los hombres saltaban de sus jaulas

Mi madre canta a la distancia

Los carros pasaban
nos recorrían con sus farolas

Angelita siempre encontró la razón
para encuerarse
los niños quemaban la inocencia
en esa hoguera

**

En esas horas de noche
el cincel del encuentro
grabó hondo
los huellas del apego
en las entrañas

Pero el huevo se rompió
como en un cuento
macabro
extranjero

El arca de Noé
encalló en la avenida
arribaron los ajenos
con gestos amenazantes
o promesas seductoras

Empezó el reloj
a comerse las noches

Las manecillas destejieron las manos

La avaricia devoró los monumentos
La penuria y la cizaña a la gente

La refrigeración nos resecó la piel
resfrió al alma
el desierto se hizo menos cálido
más seco
más aislado

La llovizna de la noche no refresca
solo anuncia con rencor que no habrá entierro
nunca
que el cadáver se seca por su cuenta

***

Ahora
mi ciudad
recrea el tiempo
como escarcha

La piel
antigua y por venir
vomita otras especies en sus parques

Me deja la puerta abierta para que salga

Mi recuerdo de ella y ella misma no cabemos en sus calles
no me abraza siguiera por nostalgia
desatiende mis alaridos, mis sonrisas, y mis quejas
se tiñe la cabeza con imágenes que no me tocan

Mi ciudad, en fin, tiene otra gente
pero yo, mi querida consultora,
¿adónde me hago?
doctora corazón, si aún le queda
algún retazo perdido en la alacena
si todavía no está senil
mándeme algo donde pueda guardar alguna llave
por si tuviera que volver con esta ingrata

A mi ciudad le duelen las heridas
pero tiene muy larga la paciencia
la ultrajan, la mancillan, la hacen trisas
y allí está toda sin quererme

Nunca fue bella pero era hermosa
cuando de noche dejaba que sintiera algo que no se paga

Hoy vive en subasta

A nosotros nos quería hasta donde fuera decente hacerlo
con el alma desenfundada
el arma guardada en la confianza

una ciudad abierta pero propia

hoy, somos los más,
pero los ajenos nos desplazan a la orilla
no le cabe a nuestros arrabales sus carros blindados
ni nuestros sueños de hacer esta ciudad algo más grande
donde podamos caber
con todos nuestros ansias y nostalgias

Esos se matan a tiros y con gritos
sin saber quién mata a cuantos ni por cuanto

Nosotros, huérfanos de entraña,
nos morimos de pena
acallados de miedo
con esfuerzos ciegos y hasta tiernos

****

Hubiera que ganarse la paz diciendo cosas
cosas de ti
de aquí
de más cerca
de aquel tiempo ganado a la sonrisa
sin que se vaya
de largo
ahora
a la intemperie

Dejar florecer
de otro modo
ese otro vicio
dejarnos huérfano de ti
sin que te pierdas

Diciendo cosas sin dolor
como: “ardes”
como: “ardes dentro”
como abrir un pan
y dejar muerta
de una sola rebanada
a esta muerte
que mata
con un hacha
Sobrevivir
tu ausencia
con tu rastro
Sin que esa huella que hundiste
destazara

Como si fuera solo un trozo
de distancia

Tendrías que hundir
como una mariposa
a pleno vuelo
tus alas coloridas
en nuestro aliento

nos debieras dar paz
dejarnos vivos
para esperar hasta que vuelva
tu alegría
tan nuestra
y sólo tuya

No hay comentarios:

Publicar un comentario