Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

lunes, 10 de septiembre de 2012

ARMANDO CASTRO ORTIZ, Morelia, Michacán


PEREGRINACIÓN DEL DOLOR


El pueblo voltea hacia las casas malheridas

donde habita la indignación y la impotencia

en el asombro del secuestro de sus hijos;

ojos hundidos, enrojecidos pero despiertos.

 

Cuando pasan contemplan el llanto,

con el sudor en la frente saludan de cerca,

cavan las fosas de cada día de ausencia

en el camino de los sueños arrebatados.



Oyen las palabras al viento

y sus lamentos al paso de las horas

agobian el vacío lacerante,

se llena con la imagen del verdugo maldito;

encuentro de malnacidos, tormenta interminable

junto a las lágrimas del suplicio de los inocentes,

jóvenes combativos de los bosques sangrientos.

 

En las cocinas las madres lloran,

tarde llegaron los soldados inconscientes

a buscar bajo las piedras distraídas.



¿Qué hacen para no sentir vergüenza?

¿Qué hacen con los gritos de rabia a sus espaldas?

¿Dónde dejan sus manos de sangre manchadas?

 

La peregrinación del dolor

apareció cuando la ley se quedó callada;

caravanas de mujeres abatidas, acaloradas,

juntas, embarazadas por la esperanza

sienten como si hubieran abortado su destino

y temen viajar lejos de su sangre ausente



Interrogan al amanecer de las calles insomnes

que anuncian la desdicha de los tiempos venideros

donde no hay más camino que la mano alzada,

donde el grito compartido despierta la conciencia

de la palabra enardecida frente a los extraños.

 

La tiranía infame sólo cede al colectivo solidario

capaz de limpiar la historia del saqueo asesino,

de devolver el canto del bosque y las aves libres

por donde vengan saltando el sol y la sonrisa…

 

¡Porque vivos se los llevaron y

vivos los queremos de regreso.

 



PEDRO Y SU MAR


El viento nocturno te trajo de regreso,

esa noche de resurrección

las palabras no alcanzaron

para recobrar los días extraviados

en las arrugas del alma,

pero abrió las puertas para trascender juntos

los tiempos venideros,



¡Cómo imaginar que pudieran ser tan escasos!

La luna sonríe cuando los viejos amigos se encuentran.

 

Contaste en veladas de tinto, cariño y quesos

los ires y venires de tu lucha eterna, sentido de tu vida,

ante nuestros ojos de sorpresa y tragos urgentes

compartiste las desventuras de tus amores perdidos.



Con los bolsillos llenos de sueños de libertad y justicia

caminabas aflojando el cuerpo en las mañanas junto al mar,

el camino te daba piedras para alimentar tu espíritu

la tierra náhuatl, con sus aromas nutrió tus convicciones

para cantar a Silvio, Pablo, los Beatles y Sabina

acompañado de las olas incansables,

tan incansables como tú, querido hermano.

 

Frente al mar, al calor de las tardes del recuerdo

salpicaste tu visión del mundo indígena,

contagiaste tu indignación por todos los muertos,

luchadores que siguieron a sus ancestros,

que eligieron perder la vida a entregar a su pueblo

a los sátrapas con fusil, a los cobardes con dinero,

a los emisarios de la desesperanza

agazapados como acostumbran, entre su propia mierda.

En cada instante compartido llenaste los corazones,

con tu aliento de congruencia y esperanza

nos incluiste en tu compromiso de vida

pudiendo ver a través de tus ojos

a los niños descalzos de Xayacalan y la Ticla

estirando sus manos, suplicando ilusiones.

 

Ventanas, montes y mares

te inspiraron a pintar con grandes letras

el gran deseo libertario y tu amor a la vida

en quienes caminamos a tu lado.



En la tierra que te adoptó

la historia avanza con tus ideas

floreciendo cada mañana;

son la herencia de los hombres imprescindibles, que como tú

buscan el encuentro del libre albedrío y la pertenencia.



Nadie puede culminar con su destino,

nadie puede terminar con las palabras,

nadie puede acabar con tu legado.

 

Hombres como tú no pueden irse nunca,

pasan y se quedan para siempre.

 

Seguirás vivo,

seguirás tan Amaranto como te conocimos,

cuando cualquiera de nosotros

te convierta en la voz que sale de su pecho

para gritar:

¡Hasta la victoria siempre!

¡Patria o muerte…Venceremos!





A UNA SOLA VOZ

 
Carnicero cuchillo,

bestial sombra parricida

sobrevuela los techos del pueblo,

silente estela de muerte

burla los ojos del vigía,

rastrea su presa indefensa



¡Los árboles tiemblan!

¡La tierra se estremece!

 

Una lluvia de metal despiadado

picotea incansable la noche entera,

uno a uno, los hermanos del viento,

del rio y de la lluvia,

heridos de muerte, impotentes

lanzan gemidos de dolor en su fatal caída,

con su último aliento

suplican piedad, piden ayuda.



Nubes de pájaros indignados,

huérfanos de sus nidos,

claman el perdón de los verdugos

herederos de La Malinche

que arrebatan las entrañas

y saquean en pedazos

el fruto herido de los bosques

para llenar sus vidas huecas

de marihuana y aguardiente.



Sigue y sigue el cuchillo matando

inmisericorde bacanal de los enfermos

desahuciados de los cielos.

 

El pueblo acude al estertor del sismo,

despiertan los espíritus

de más de quinientos años,

piedra y lodo hundidos

en la marginación y el odio.



Encaran con sus manos de arado

a los bastardos sin futuro,

cierran el paso a los extraños,

prenden las calles con la ira acumulada

en señal del hartazgo colectivo

sin otra cosa más que su corazón encendido,

ponen su pecho a las balas

y entregan sus vidas al infortunio.

 

Los que siguen vivos

se desvelan llorando a sus ausentes,

sacan de sus venas el espanto,

se colman de tristeza y de coraje

cansados del mutismo

y de la imagen del mártir desolado.

 

Ven crecer el mal a toda prisa,

afilan el machete del jornal,

visten la piel del sol curtida de sueños rotos,

juntos sueño a sueño, pecho a pecho,

a una sola voz con la fuerza de su dignidad

lanzan a los cuatro vientos el grito de…

¡justicia y libertad!

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