Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

viernes, 3 de agosto de 2012

MARTÍN CAMPS, Tijuana, Baja California

Pequeño apéndice a un mayúsculo poema oportuno de Néstor Perlongher


En las alcantarillas, entre las ratas,
En los sótanos de gente adinerada, con Explorer y Suburban
Parqueada enfrente de casas con cúpulas panzonas

Hay zombis.

Bajo las corbatas de banqueros que usan colonia Obsession for men,

Dentro de las cajas fuertes al lado de las montañas de dólares,

En los cajones donde guardan las perlas, las escrituras de casas,

Los lingotes de oro, los anillos de diamantes que zafaron de las

Manos de sus madres,

Hay zombis.

En las cajuelas, en las guanteras, en las llantas, en los entresiijos

De los autos, en el retrovisor, en el espejo con la leyenda:

Objects in the mirror may be closer than they appear,

En los cofres, los alternadores, el aire acondicionado, el radio y la defensa,

Hay zombis.

En las hojas de los árboles, en las raíces, en el zacate que se prohíbe pisar,

Entre las flores rojas y amarillas, entre los nopales y las espinas, las tunas

Que se pudren porque nadie las come, entre los matorrales,

Cascadas de bolsas negras,

Hay zombis.

En los que dicen:

-De a cómo nos arreglamos?

-La última y nos vamos, la caminera para manejar bien.

-Dónde me consigo un pase?

Hay zombis.

En los cuadernos vacíos de los estudiantes

En los portafolios rotos de los profesores

En los bolsillos de las camisas blancas

En las carteras abultadas con fajos de dinero.

Hay zombis.

En los cines, en los bares, en las tiendas de autoservicio,

En los gimnasios de esculturales y castísimas señoritas,

En las iglesias con reliquias papales, olorosas a aceite quemado,

Como sartén antes de poner a freír el pescado.

Hay zombis.

En los roperos que, en los baúles para,

En las bicicletas donde,

Hay zombis.

En el rostro calmo de los dadivosos, en la cara agria

de los pedinches, entre los ropavejeros, el fierrero,

Entre los pepenadores, recicladores, filósofos apriori,

Hay zombis.

En los cerros donde se entierra el sol, en la acequia madre

Donde se refleja la luna, entre la arena fina del desierto

en las bolsas de plástico, botellas de leche, bolsitas de chocolate,

Vasos de cartón de McDonalds, servilletas sucias,

Cajitas feliz, papel de estraza, cartones, chicles,

Gargajos, mierda y orines,

Hay zombis.

En los pasillos limpios de los servidores públicos,

En las sacristías limpias de los curas

En los cajones de los padrotes

En las mesas de los jugadores clandestinos

Hay, exacto,

zombis.

En las falangetas, falanges, carpo, metacarpo,

Bíceps, clavícula, cerebro, neurona, zona roja

En el encefalograma, orden al sistema nervioso

Central, sinapsis, neuronas, el dedo presiona

Con la misma fuerza que se presiona una tecla

De piano, acciona, la bala corre, la bala alcanza,

Hay zombis.

El que vende la pólvora, el que fabrica el arma,

El hierro forjado. El que fabrica el odio. El que divide

El átomo, el que presiona “enter” para que caigan las bombas.

Hay zombis.

En las licorerías, los table dance, los monasterios,

Los reclusorios, los seminarios y universidades,

Hay zombis.

En los rieles de los trenes lamentosos,

En los pozos profundos de petróleo,

En los pasos a desnivel, y los pasos desnivelados,

En el asfalto con baches, en los topes,

En las avenidas y los altos, los pasos peatonales,

Ceda el paso,

Hay zombis.

En las llantas, en los “drive thrus” en el café,

En la taza de té tranquila en la mesa de ébano

Donde comen los poderosos, en los botes de basura,

En los tambos, en las cobijas, en las bolsas de plástico,

Hay zombis.

En el alféizar, en el río rumoroso, en el río seco cuadriculado,

En la computadora sin teclas, en los puestos de periódicos,

en la voz de los voceadores, en las nubes negrísimas.

Hay zombis.

En los concursos de poesía, en los jurados de compadres,

Bajo la estatuilla del Oscar, en el smoking del Nobel,

Atrás del agua Bonafont, atrás de mesas con manteles negros,

Donde se sientan los poetas lecturosos, lustrosos,

Limpios, pero zombis, hay.

En el tiempo perdido, en la gente que espera el tren,

La que aguarda el camión como una esperanza,

En la primera clase de los aviones

En los camarotes con vista al mar de los transatlánticos

En las limosinas, los camiones de redilas, motocicletas,

Tanques, camionetas importadas,

Hay zombis.

En el espacio en blanco de los poemas,

Ese desierto pulcro que lamentan los árboles

(pues que no pueden llenarlo todo, ¿a poco necesitan tanto aire sus versos?)

en los colofones, en el Nihil obstat, en el tiraje de mil ejemplares,

en el ISBN, en el impuesto, en la librería, en las cajas, en los libros que no se leen,

hay zombis.

En los mercados, en los miércoles de frutas y verduras,

Entre las manzanas, las peras, los limones verdes que parecen maduros,

En las naranjas podridas rebajadas, en la fila para pesar, en el pasillo de lácteos

En el precio de la tortilla, la carne que ya ni para verla,

Hay zombis.

En los sobres, los matasellos, los timbres,

Las teclas, las mesas limpias y las sucias,

Las cañerías tapadas, el desagüe, la acequia madre,

El canal de Miramontes, el río Bravo, el río Grande,

Hay zombis.

En la ilusión, en el amor de manita sudada en las plazas, en los abrazos

De amantes en bares al fondo, en los salones de baile, bajo las sonrisas

(rastros falsos de felicidad)

entre las piernas de la muchacha con medias negras y sugerentes,

bajo los lentes negros de una adolescente,

entre las rodillas finas de una viajera,

en el baño donde una pordiosera se inyecta heroína

en la hoja seca que cae en la noche del otoño

en un joven que no sabe deletrear su nombre

en un cuadro de luz clara como agua encendida

Hay zombis.

En la Paseo Triunfo de la República de Ciudad Juárez

En el cerro de la silla de Monterrey

Boca del río

En el río Chuviscar de Chihuahua

En las aguas claras de Cancún

En los cenotes, en las nubes, en la neblina, los barcos

Y las pirámides,

Hay zombis.

Pero si ya lo dijo Perlongher y mejor,

O nadie sabe quién es,

Suena argentino,

Por qué seguir con lo mismo, dice el cínico,

Que busque por otro lado, que,

Porque aquí, se jura, se perjura, en este lado,

En la región, la zona, entre estas hojas,

A estas alturas del siglo y a nivel del mar,

Que aquí en este país, pero es que aquí,

Estamos muy lejos,

Nomás no,

aquí no,

oficialmente, lo negamos rotundamente

hasta las consecuencias últimas

y resultados de una comisión, de una fiscalía justa

verdad verdadera, neta que sí,

Aquí

No

Hay

zombis.

Y si los hay ni los vemos.

Abracadabra.

Abrecadáveres, abre zombis.

Verás.

Cada verano.

Tan-tan,

tantos,

zombis.

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