Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

jueves, 2 de agosto de 2012

ADOLFO MORALES MONCADA, Tijuana, Baja California

Juaréz


Ser mujer y Vivir el miedo. Sentir, a la vuelta de una esquina la punzada en el estomago, a la mitad de una avenida un escalofrío que nace en el cuello y recorre la piel mordiéndola a su paso.

Vivir el miedo es decir, escuchar voces en la penumbra, cuando los murmullos del viento se convierten en voces que parece que te llaman, que te gritan, que te esperan; es tratar de identificar, prever, esquivar la sombra del asesino en la penumbra creada por una nube bajo la luna, por un árbol mecido por el viento, por un desconocido cualquiera que pasa sin imaginarte.

Ser mujer – vivir el miedo- y salir de casa, cada mañana, cada tarde, cada noche haciendo un esfuerzo por olvidar que vives en Juárez, por no llevar la cuenta de las desaparecidas, de las descubiertas, de las enterradas; haciendo lo posible para no pensar, para no calcular, para no sopesar las inescrutables posibilidades de tu regreso . Pero no puedes olvidar, negar, silenciar, entonces – inevitablemente, irremediablemente - día tras día, tarde a tarde, noche a noche andas la ciudad contando tus pasos, rasgando el espacio inmediato, arañando el tiempo para llegar a la escuela, a la oficina, a la maquila, al mercado, a la tienda, a la iglesia, al cine. Apresurar el paso, y entonces, llegar, llegar, llegar.

Ser mujer, vivir el miedo y buscar en el rostro del novio,del que se dice amigo, del compañero de trabajo, del jefe de turno, del despachador, del vecino, del policía, del vendedor de periódicos, en su mirada, en sus palabras, en sus manos signos, rastros, señales, pistas. Vivir el miedo de no saber quien, de pensar que cualquier, pero … si cualquiera, entonces… cualquiera.

Son tantos, ¿pero quienes, son tantos, pero donde?

Ser mujer, vivir el Juárez y cerrar el puno con ganas de golpear hasta agotar la ira, tu ira, a esa masa con y sin rostro donde se confunden asesinos y cómplices, defensores y perseguidores.

Ser mujer y saber que tu vida vale una cerveza, una masturbada, tres golpes, unas cuantas mentadas de madre.

Ser mujer y vivir en Juárez y pensar en irse a otra parte, por que quizá en otra ciudad, quizá lejos, donde nadie sepa quien es, donde va a la escuela o donde trabaja o a que iglesia va, o en que mercado compra su despensa.

Ser mujer y vivir en Juárez y escuchar día con día las palabras que no detienen ni el llanto ni la muerte.

Ser mujer, vivir en Juárez y esperar con terror la llegada de la noche.

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