“Ni
una más”
¡Ni
una más! Te lo pedimos Señor. ¡Ni una más!
Esta
muerta no es mi hija, pero yo la parí,
Susana
Chávez
bautizada
en
la pileta de miserias del Río Bravo,
las
bestias degollaron la alegría de los cordeles
y
de
sus labios morenos sólo quedó la estela
por
donde obraba la voz indomable
y
el polvillo
brioso de la palabra
cayó
en
el tango impenetrable de su sombra.
Por
las mujeres asesinadas.
¡Ni una más!
Te
suplicamos, Señor. ¡Ni una más!
Esta
mártir es
del infinito que nos anima
y
yo
la traje a la tierra del cinismo
era
poeta,
tejía
en
los subsuelos de los abecedarios,
y
en
el silencio de la luna se bañaba.
Por
las mujeres
abusadas. ¡Ni una más!
Te
suplicamos, Señor. ¡Ni una más!
Milagrera
rebelde te durmieron
fragmentada
en tu rugido
áureo,
ojos
dulces
para
perfumar el dolor
de la poesía,
y
el puño
herido de tu patria.
Por
las mujeres
maltratadas. ¡Ni una más!
Te
suplicamos, Señor. ¡Ni una más!
Cuando
el mal se fue invicto a
las callejuelas
un
cuchillo apagó el sol
y
la
pasión de tus zapatillas,
y
se alzó el infierno con su barbarie
en
tu
barro señalado.
Por
las mujeres
silenciadas. ¡Ni una más!
¡Señor,
Ni una más!
Llegaron
los Reyes Magos con tu regalo
y
descansabas mortalmente
en un secreto,
oculta,
con
un pulso menos
y
una
vida menos en la sangre
caíste
y
no has vuelto al lugar del crimen.
Qué
tus sicarios nunca hallen calma. ¡Ni una más!
¡Ni
una más!
Te rogamos, Señor. ¡Ni una más!
Una
Susana en la candela de la calle
un
espíritu
para las flores del cuerpo,
un
poema para la mezquindad
que
se
alza con su puñal
y
su ojo frío.
Te
rogamos,
Señor. ¡Ni una más!
Hace
tiempo
dejo mis lágrimas,
hablo,
y
le cuento que este país era de ella,
y
esas
fieras son un polvo mágico
en
la lluvia,
en la ilusión, en la primavera chiquita
de
las escuelas.
Padre
que sus verdugos
ardan,
por
los siglos de los siglos.
¡Ni una más!
Te
suplicamos, Señor ¡Ni una más!
Tengo
años llorando estas almas,
osamentas
que no son mías
y
me
pertenecen,
huesos
que me persiguen
y
no
veo el final,
pirámide
de esqueletos
gente
desfallecida
por el luto
se
revela con
pasos fúnebres,
con
el valor en
un hilo de esperanza
la
cara rota
por el pesar,
y
el miedo,
emperrados
en la misma suerte
de
la tumba que los oprime.
Señor,
da consuelo a estos padres
y
a
su gota de tierra,
pero
con los
culpables no tengas misericordia.
¡Ni
una más! Te
lo imploramos, Señor.
¡Ni
una más!
Cruz
rosa multiplicada,
tu
corazón
en círculo de luz
encendido
entre los escombros,
persiguiéndote
con su
cadáver
en
tu
fuga inmortal.
¡Señor,
Ni una más! “Ni una más”.
¡Padre,
Ni una más!
¡Dios
mío, Ni una más!
Pueblo.
¡Ni una más!
Nación
de Naciones. ¡Ni una Más!
Te
lo imploramos, Señor. ¡Ni una más!
¡Ni
una más!
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