Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

jueves, 26 de septiembre de 2013

MARÍA DOLORES REYES HERRERA, Ecatepec, México


Rosario (Fragmento)
 
Rosario mi madre en un sueño escuchaba una canción. La seguían con su
voz mi padre y ella. "De tu amor y de mi amor, no está quedando nada,
sin embargo el corazón no quiere resignarse"
La despertó su llanto y se descubrió a sí misma aferrada a su almohada
en busca de consuelo. No pudo percibir el fondo que había en aquel tema.
Mi padre le dijo en su canción lo que pasaba aunque en ese momento
ella no comprendía el mensaje.
Yo la buscaba, me acercaba y no podía comprender por qué no me sentíani me veía.
Quería hablarle, despedirme de ella, decirle lo que me estaba
ocurriendo, que ya no esperara mi llamada porque Jesús  (¡Qué
sarcasmo!, nombre de un justo, de un salvador) enfermo de celos se
convirtió en mi verdugo.
Después  de varios meses de separación fue por mí al trabajo, me dijo
que quería desayunar conmigo, me negué, él me suplicó que lo hiciera,
que después de eso no me molestaría más.
Me llevó a la casa donde habíamos compartido nuestras vidas, me dirigí
a la recámara para buscar a mi hijo, como era fin de semana me
correspondía tenerlo conmigo. Sentí, escuché al frío roer mi vientre,
la médula se me congelaba. Mi hijo no estaba, eran las siete de la
mañana ¿dónde podía estar mi pequeño de tan sólo cinco años? Jesús me
dijo que lo había llevado con la madrina, argumentando que
necesitábamos estar solos.
Demasiado tarde comprendí lo que ahí me esperaba, quise correr, no
alcancé la puerta, él me detuvo tomándome de los cabellos y dio inicio
una batalla campal, trataba de darle empellones para deshacerme de sus
golpes, pero su estatura y masa física eran superiores a las mías. La
inseguridad de él se manifestaba con celos y me agredía
constantemente, motivo por el cual decidí abandonar el hogar. Mis
amistades me decían que no volviera a su lado que no accediera a ir
con él a solas a ningún lado; pero demasiado tarde comprendí la
advertencia de ellos. Me insultaba acusándome de infiel, no aceptaba
el divorcio que ya estaba en trámite. Las últimas palabras que de
Jesús escuché, fueron estas:
_ ¿Crees que por tu juventud y belleza tienes el mundo a tus pies?
¡Pues no, y mira, siente como acabo con el obstáculo que te separa de mí!
Así destruyó mi rostro hasta dejarme inerte en el suelo.
Su cobardía fue al extremo, cuando vio que mi hilo de vida se había
extinguido; comenzó a ver rostros espeluznantes que surgían de las
paredes teñidas por mi carmesí y escuchaba voces que de ellas eran
emitidas.
_ ¡Eres un cobarde!
Otro ente le decía:
_ ¿Qué harás, tendrás valor para enfrentar la sentencia dictada para
ti? ¡Nooo... eres de tan pocas yemas que no sabes que hacer!, ¿verdad?
Otra voz:
_ ¡Anda, acaba contigo, te has convertido en una repulsión para tu sociedad!
No  quiso enfrentar la ley ni la interrogante mirada de mi hijo.
Prefirió hacer mal uso de su corbata y creer que estaría conmigo por
una eternidad.
Ironía de la vida, fui luchadora incansable en contra de la violencia
intrafamiliar y me convertí en una más de la estadística.
Mi padre informaba a Rosario a través de aquella canción que de mí,
único fruto de su amor... ya no quedaba nada.

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