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viernes, 17 de agosto de 2012

DIEGO ROPERO REGIDOR, Moguer, Andalucía


DUEL0 POR LA DAMA DEL PONCHO ROJO

Chavela Vargas ha muerto, la voz rota que comprendimos en cada gesto se apagó definitivamente en un momento complicado para el planeta, en plena convulsión estelar; ha muerto la recia costarricense que se sintió mexicana hasta la médula, que lloró por las cabezas cortadas y las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez, que enarboló su poncho rojo de lana como una bandera allí donde su cuerpo enjuto recalaba. Con esta prenda hilvanaba su mitología personal. Amaba la libertad. Amaba a los suyos. Amaba intensamente el latido y las sacudidas de los árboles centenarios. Amaba hasta las pequeñas cosas de este mundo. Amaba incluso su propia muerte. Era esta dama, ya frágil, una explosión a raudales que nos hacía sentir más persona, que nos empujaba como una madre coraje por la senda de la belleza y la solidaridad. Esta flamante perseida, que caminó sobre pedregales, nos dejó sintiendo compasión. Su voz, ya restablecida, se parece más al quejido inquietante de un sin papeles que deambula por calles y plazas a la espera de que alguien con pulcritud cristiana le otorgue la gracia de la visibilidad.

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