La arena y la
eternidad
Nací en una
familia como cualquiera,
Con padres
amorosos, hermanos gritones, juegos y canciones.
Crecí como
todos los niños,
Corriendo
para llegar a la escuela, hacer tareas en la tarde, jugar y dormir.
Los años
pasaron,
Cuando me dí
cuenta, ya no era una niña,
Ya tenía
senos, cabello largo y caderas redondas,
Pero aún
usaba calcetas.
Los chicos me
buscaban, yo les sonreía tímidamente y me reía bajando la cabeza,
Y entre la
escuela, los deberes, y mi familia,
El tiempo
pasó y me hice mujer.
Un muchacho
me empezó a buscar, era simpático y me hacía reír
Iba por mí al
trabajo, me visitaba en los cumpleaños, y los fines de semana.
Pensaba que
todo iba bien
Pero un día
salí tarde.El esperó y esperó, y se cansó.
Cuando me
bajé del camión, el ahí estaba,
En lugar de
un beso, me dio una bofetada.
No me creyó
ni una palabra. Sorprendida y adolorida, me dejó.
Por supuesto,
no dije nada a mis padres,
Ellos no lo
entenderían.
Y así
seguimos viéndonos, había días tranquilos y otros no,
Pero yo sabía
que la tormenta sería pasajera,
El me amaba,
y yo a él.
Un día, al
salir de la fábrica, no estaba.
Caminé en la
obscuridad y tomé el camión.
Me bajaba
unas cuadras antes de la casa y caminaba,
Y ahí lo vi,
esperando mi llegada.
Me dio un
ramo de rosas, subimos al auto y paseamos sin fin,
Me sentía tan
contenta, tan querida, que no me dí cuenta.
Llegamos a un
lugar lejos, y bajamos del coche para ver las estrellas,
Y de pronto,
sin aviso, me reclamó,
Todo estaba
en su mente, no había nada más, yo lo amaba y eso era todo,
Pero él no me
creyó.
Y después de
tanto amor, ya no hubo nada.
Nada
comprendía, solo sentía el dolor.
Un dolor
insoportable, terrible, lacerante.
Que pensé
sería inacabable.
Y de pronto,
la calma llegó.
Escuché que
se alejaba, me dejaba solitaria, en medio de la nada.
La obscuridad
envolvió mi cuerpo, y una lágrima rodó por mi mejilla.
Seguía
sin entenderlo, pero ya no había dolor. Sólo paz.
Pensé en mis padres,
en mis hermanos, en mis amigos.
Lamenté no
haberles contado mis penas. Ahora era muy tarde.
El silencio
de la noche y la arena del desierto eran mi compañía.
Y lo serían
esa noche, siempre, eternamente.
Impactante. Una reflexión a combatir la violencia desde los inicios.
ResponderEliminarEnviarte mis buenos deseos para el camino.
Muy buena reflexion, esperemos,alguna chica lo lea se de cuenta que nunca esta sola y si no tuviera familia a quien recurrir simpre habra una mano por ahi
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