Manos mutiladas como arañas,
patas
de pincel
sobre
tela orgánica
dejan
huellas de figuras en movimiento.
De
las yemas de piano
salen
cinceles y marros,
inventan
límites del ser.
Me
quito un ojo y lo pongo en el librero
Tus
manos de agua danzan
y
me ponen una membrana oscura,
mis
guantes de huesos juegan
con
el calor de un manto de nube.
Nuestras
manos proclaman un manifiesto
de
orgía de víboras que reptan la piel.
Nos
crean en su tacto de vuelo de mariposa.
Brotan
raíces como nubes,
crecen
en un abrazo de árbol
y
se enredan con apetito de sabia.
Aparecemos
en un trepidante colapso
abstraídos
uno del otro.
Manto
de telaraña
Manto
de telaraña galáctica
escondite
de dioses
ojos
de dragón
de
abeja
de
luciérnaga
reflejos
de diamante
se
asoman del otro lado a través de orificios
el
techo con puntos de luz anuncia su morada
las
sombras escondidas que tragan luces
devuelven
crepúsculos
en
un vómito de chispas
una
lápida de estrellas
cae
con su disfraz de noche
sobre
el ser que explota y derrama
salpicaduras
de sangre celeste
moléculas
como pelotas de tiempo
manecillas
que rebotan en la nada
Saludo
de sol
Abre
los planetas de agua
para
ahogarme
en
el nacimiento de su envoltura
y
en un colapso incendiarme
con
el líquido de su mirada.
Ven
y cruza la frontera de los vivos,
vuelve,
no camines más por otros
jardines,
deja
de vagar por la muerte,
ya
las sombras se esconden
detrás
de las cosas.
Deja
que tu pelo de libélula
con
alas de sauce levante su vuelo
de
olas y cascadas.
Báñate
de día,
vístete
de luz,
ponte
la piel de sol
y
los zapatos de hierba.
Vamos
a la esquina de la mañana
a
recoger horas como flores,
a
comer minutos como pétalos,
a
cazar relojes como liebres.
Levántate
y haz que el mundo
gire
con tu andar de partitura.
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