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miércoles, 15 de agosto de 2012

ALEJANDRA LERMA, Cali, Valle del Cauca

Patria

Hoy No quiero que muera la palabra patria en mi boca 
Me sabe sucia
Esta patria donde a media noche los cadáveres se levantan del  fondo del rio
Donde se enfría  el café, porque no quedan manos, ni boca, ni cuerpo, ni nada para beberlo 
Las casas del campo son como cementerios descascarados por la guerra.
En silencio…
Pasan los zumbidos de las balas,
los gritos  dormidos,
el llanto de los perros y los niños
que valen lo mismo ante el fusil del sin-alma.
La plaza del pueblo  donde  obligaron a todos a jugar con la muerte
 y se tomaron de las manos las pocas oraciones, que  de nada sirvieron frente al grito asesino. 
Toxica la lengua de  los que dan las ordenes, y hacen del viento de metales y fuego,  música para su sordera.
Me sabe sucia esta patria
 donde se olvida el horror
 donde se duerme y se calla…  
Esta patria boba, que elige el abismo
 de rodillas ante  los mendrugos que dejan las fieras.
Patria que pare dolor
 con las piernas laceradas
 con placenta putrefacta
 patria anémica, anoréxica…
pobre patria, que ha olvidado la vida y se muere en mi boca.


Tengo una cicatriz

Me la han hecho con un hacha sobre la espalda y el recuerdo.
Miento, es cicatriz de bala, encontrada por mi cuerpo
¿Alguien la habrá perdido?
No sé a quién regresarla.
Pero no es de bala mi cicatriz, es de vidrio
Un ebrio me ha cortado las entrañas.
Parece de colmillos mi marca,
Como si un perro furioso hubiera mordido un pensamiento.
Sigo mintiendo, la cicatriz es de boca
De amante desesperado y fugitivo.
Pero no, esta señal es de ausencia
La huella de  no ser tocada.
Tengo una marca de vientre oscuro
De llanto, de ternura, de placenta dormida…
Todo es una mentira
No tengo cicatrices
Sigo siendo herida abierta.


A mi carne la libero

No voy a tolerar que me aprieten  bajo el quirófano de miradas 
Tengo  huellas profundas, me enaltecen
Son mis banderas de guerra
Una marca de día en bicicleta, cicatrices de viajes, moretones de amores
La piel surcada por el tiempo, por la impredecible balanza de lo denso y lo liviano 
Mi cabello es un cielo de imperfección precisa
Revuelto en nubarrones
Eléctrico y  feroz
Los pies los llevo cortos, no me apresuro
Disfruto del camino
Así como la infancia soy pequeña  y profunda
 en este cuerpo de barro moldeado por la lluvia 
Al que dan forma rostros
 manos
Y tristezas
Vive un alma de siglos
Que traspasa las pieles, oropeles de luz
Voy quedando desnuda
En desuso  de todo 
Me sobrecojo
 en ofrenda
Me entrego a la sagrada nada
Al amado vacío
Que no exige
Bellezas
Perfecciones
Quirófanos
Pupilas transgresoras.

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