Las niñas
Si yo fuera una de esas niñas diría no quiero que sean las seis.
Si por mí fuera atrancaría las ardientes manecillas del reloj justo a las 5:59,
las escondería dentro de mi vientre hasta las 8 de mañana
para nunca ver abierto ese portón
y presentir la noche
y jamás salir con el resto de las chicas como vaca al matadero,
con los ojos congelados,
llenos de incertidumbre y de certeza,
con las palmas de las manos adheridas al pecho
como resguardando un capullo lleno de los hijos que aún no tengo,
del sollozo diario de mi madre,
del recuerdo de lo que quedó de Martha en aquel terreno baldío,
y de todas esas cruces armadas con restos de estadísticas
y con los gritos de María Adelaida, María Asunción, María de los Ángeles,
María del Refugio, María, María y siempre María.
Me resisto a caminar de prisa,
a tragar a cada paso las risas incineradas de todas esas niñas
quienes no tuvieron otro remedio que crecer antes de tiempo,
y mientras maquilaban soñar con el amor de su vida,
que abordan con él un autobús que las lleva a una playa soleada,
o a un monte donde el viento jamás te corta la cara de miedo.
Quisiera que el último minuto de las cinco fuera tan largo como el border,
qué si oigo ocho horas más el quejido de las máquinas,
ese crash..., crash que algún día terminará por reventar mis oídos
igual que una máquina lo hizo con los dedos de mi prima,
y el calor de la fábrica con las manos artríticas de mi madre y de su madre.
Rezo mil Padres Nuestros antes de que den las seis.
Comienzo a pedir a Dios y no ceso hasta llegar a casa,
de reojo miro por detrás de mi hombro,
voy tan rápido como puedo.
Qué más da si las piedras traspasan mis suelas,
temo que mi sombra cobre vida y me traicione por la espalda,
que mi cuerpo inerte aparezca en el brillo cegador de la tele
o que mi sangre desborde de la portada del diario matutino.
O peor aún, ver el alma de mi madre hurgando por callejones y descampados
con la ingenua ilusión de volver a verme.
Son las 5:59.
Mi corazón suda los segundos venideros,
lloro en silencio y pido por mi vida
o para que no me toque una muerte dolorosa.
Me preparo a pisar las calles de esta ciudad de polvo,
que siempre esconde todo y nada.
Páginas
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sábado, 27 de octubre de 2012
FRAN PÉREZ CABRERA, Queretaro
Fisura
La mirada ostenta
geometrías de mercado,
canteras con caminitos-fisuras,
en la ciudad vive el impensado,
camina banqueta cósmica,
la vista ostenta seres
diminutos,
unos muy simples y otros
con disfraz,
carnaval violento.
Ahí abajo hay fisuras,
en esas grietas de
cantera, qué será guerra,
tendrá sus luchas de
contrarios,
qué es ejército y narco.
Desde aquí todo es
notorio,
desde acá no es preciso,
tan colosal que no es palpable,
aquí las grietas no son
debilidad,
son camino, oportunidad.
Aquí lo expuesto no es
desnudo,
y qué es desnudo,
un desierto de discursos,
invento de lenguas
beligerantes,
invasión de hormiguero
ajeno,
sometimiento de mundos.
Cada mundo tiene sus
fisuras,
Imposible una esclavitud
total,
cada mente es y crea rendijas,
cada ciudad es y conserva
cosmo-hendiduras,
cada mirada ya encontró fisuras
abiertas,
tú me ves y encuentras
la misma resquebrajadura.
lunes, 8 de octubre de 2012
MARIANELA PUEBLA, Valparaíso, Chile
VOCES SEPULTADAS
Comentan que llegaste del sur,
nadie sabe tu nombre y no les importa,
es una mala propaganda, reclaman las autoridades,
sólo tu madre dejó ayer una cruz sin nombre.
No sabe escribir, por eso puso también una vieja fotografía.
La tierra a tu alrededor está cubierta de lágrimas,
y en las noches se tiñe con tu sangre.
Han venido muchos extranjeros y hacen preguntas,
deben llenar una página roja,
es que les dicen “ las muertas de Juárez”,
pero las hay en otros países, serán las muertas de España,
de Chile, Argentina, sin nombres, sin patria.
“Sólo por favor la ciudad, ya no vale el país, es lo mismo”.
Es ahora asunto de interés mundial. Cuestión de lesa humanidad.
Hablan de crimen organizado, ¿contra las mujeres?
¡Son muertas y ya!
Alguien dijo que trabajabas en la algodonera,
una textil de mala muerte.
3100 mujeres asesinadas en Juárez, México.
107 mujeres desaparecidas en 2010.
300 en los primeros meses de 2011. ¿Cuántas más en 2012?
El paraje inhóspito está lleno de cruces,
¿quién detendrá este programado feminicidio
tan ignorado por las autoridades?
El lugar sigue igual, solitario, señalado por cruces delatoras
que claman desde sus maderos una respuesta.
La cifra va en aumento,
dolor de cabeza para los que buscan sin hallar.
¿Qué pasa en esta era virtual?
¿Qué sucede con el ser humano?
TAMARA SAN MIGUEL SUÁREZ, Puebla, Puebla
En cada palabra nombrada nace un muerto
el viento tapó con tierra los cuerpos
las manos de los culpables les echaron
encima mantos de silencio
Por cada llanto se replicó una voz
por cada dolor resurgió el coraje de
nombrar lo innombrable,
así de súbito se caían una a una las
mentiras
¿Por qué dan tantas ganas de abrirle
a cada letra un corazón por cada vida?
Malditos los que en sus manos guardaron
el rostro de desgarro
condenados los que encubren
los que callan lo visto y evidenciado
Alguna vez las frases derramadas
las cruces rosas y moradas
florecerán
se derramarán por todos lados,
alguna vez como hoy
el silencio se rompe
se nombran una a una las que no están
las que nos quitaron estarán
contándonos
susurrando sus pensamientos
y todos en distintos lados
nos haremos un solo grito que recuerda
la voz de una poeta:
¡Ni una más!
JOSÉ SUÑÉ LÓPEZ, Barcelona, Catalunya
Charcos en Ciudad de Juárez.
El seno de una madre
en la basura abandonada.
Espaldas rotas desde
el amanecer hasta la noche,
allá donde engulle la vida
la maquiladora.
nadie duerme por los disparos,
nadie habla por los descargas,
fila petra de silencios esclavos.
Sonríen los guardias con las mordidas
sobre los charcos de sangre de las hijas.
Sirenas y alambradas,
y el yanto del pequeño que busca
el pecho de su mama.
Proféticas palabras
que lejos del cielo
y que cerca de lo yankies,
no amanece y otro tiro,
no amanece y el coyote,
no amanece y la fábrica,
no amanece y otro barrizal de visceras,
no amanece y de nuevo asustada de camino
a buscar el sustento,
en una ciudad con miedo.
La boca prieta, el puño prieto
y los ojos escondidos para que no se note.
Horas, días, silencios y por fin algunas risitas,
es el día de los muertos, todos los días
en Ciudad Juárez son de muertos.
domingo, 7 de octubre de 2012
ILZÉ BUTKUTÉ, Vilnius, Lituania
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Lapkričių
prieglauda
Tai
lapkričių prieglauda. Vis dar užkaltos langinės –
naujų
dar nepriima. Dar neišmirę pernykščiai.
Tad
glauskis kitur. – Čia tik snausdamas čiulpteli nykštį
pavargėlis
angelas, sargo vaidmens išsigynęs.
Jį
tverdamas viešpats turbūt ir sumąstė vaikystę –
jos
ilgesiui gydyti gemalo pozą nutapė.
Į
ją susivysto ir sužeistas vėjas, ir lapė,
iš
rudenio kilpos nespėjus į žiemą išslysti. – –
– – Kai
keisti kailiuką vėlu, kai pasaulis nudirtas –
išnertas
iš klegančių pievų ir pienių paklodžių –
kažkas
susiraito į raidę, sapnuodamas godžiai,
nagais
į save ir į sapno virbus įsikirtęs.
Čia
tiek susirietusių jų – dar siūbuoja narveliai:
pasieniais,
koridoriais tvindo nakties perspektyvą.
Kažkas
susisukęs kokoną. Kažkas vis dar gyvas. – –
– – Čia
lapkričių prieglauda. Dera praeiti pro šalį.
A
Shelter for Novembers
It
is a shelter for Novembers. The shutters are still nailed tight –
new
ones are not yet admitted. Last year’s have not yet died.
So
snuggle somewhere else. Here only an exhausted sleeping angel
sucks
its thumb, refusing the watchman’s role.
Creating
it the lord must have thought up childhood –
to
cure its longing painted an embryo’s pose.
In
it swaddle the wounded wind and the fox, not able
to
slip in time from autumn’s noose into winter.
When
it’s too late to change your hide, when the world flayed –
sloughed
from clattering meadows and dandelion sheets –
something
curls up into a letter, dreaming with greed,
holding
itself and the rods of dreams with its nails.
There
are so many curled up here – the birdhouses are swaying:
along
the walls, in corridor perspectives of night overflow.
Someone
has spun a cocoon. Someone is still living. –
--
Here is a shelter for Novembers. It’s best to pass by.
Translated
by Jonas Zdanys
Siuvinėjimas
peilių sode
Aš moteris – praviras
langas,
po benkartą skersvėjį nuogą
kas naktį čia pakasu tyliai
sode, ir nusikerpu sruogą
plaukų, prisigėrusių kvapo
tų rankų, kurios ir neliestų,
ir kasos trumpėja kas kartą.
O mano arklidėse piestu
žirgai pasistoja, pajutę,
kad miegas artėja ginkluotas
ir vedinas vyru be veido –
neuždraustas jis, ir neduotas
nei man, nei kitoms. Ir nereikia.
Bičiule, užsek man korsetą,
kad aš nesilenkčiau pro langą
žiūrėti, kaip auga iš lėto
sode mano skersvėjų peiliai,
kaip ašmenys kyla iš grunto
ir pilnatį skelia į delčią.
Net šunys – ir tie nepajunta,
po benkartą skersvėjį nuogą
kas naktį čia pakasu tyliai
sode, ir nusikerpu sruogą
plaukų, prisigėrusių kvapo
tų rankų, kurios ir neliestų,
ir kasos trumpėja kas kartą.
O mano arklidėse piestu
žirgai pasistoja, pajutę,
kad miegas artėja ginkluotas
ir vedinas vyru be veido –
neuždraustas jis, ir neduotas
nei man, nei kitoms. Ir nereikia.
Bičiule, užsek man korsetą,
kad aš nesilenkčiau pro langą
žiūrėti, kaip auga iš lėto
sode mano skersvėjų peiliai,
kaip ašmenys kyla iš grunto
ir pilnatį skelia į delčią.
Net šunys – ir tie nepajunta,
kad miegas jau pradeda
šturmą.
Mieloji, paduok man dėžutę
su siūlais ir adata – noriu
rankas prie sapnų prisisiūti.
Mieloji, paduok man dėžutę
su siūlais ir adata – noriu
rankas prie sapnų prisisiūti.
Needlework
in the knife garden
I’m
a woman – an open window,
naked
in the occasional cross-breeze
every
night I quietly dig
here
in the garden, cut off a hank
of
hair, drunk from the scent
of
my hands, some of which are pristine,
and
my braids shorten each time.
And
in my stables prance
steeds,
rear up feeling
armed
sleep approaching
leading
a man without a face –
not
forbidden, he, and not given
not
to me, or to others. And unnecessary.
Girlfriend,
lace up my corset
so
I cannot bend out the window
to
watch the slow growth
in
my garden of my cross-breeze blades
how
the edges rise from the soil
cutting
the full moon into slivers
even
the dogs – even they don’t feel
sleep
beginning her assault.
My
love, hand me my box
of
needles and thread – I want
to
sew my hands onto dreams.
Translated
by Medeinė Tribinevičius
Išaugti
apkasai
Rinkis
ginklus – mes išeinam į lapkričio speigą
ketindami žaisti, kad nieko nėra, tik žaidimai
ir duona, išbarstoma paukščiams ir ledlaužiui vėjui
į kerinčią prietemą.
Viešpats nubus, bet nubus per vėlai – mes jau baigę,
tik įprotis geisti, kai šypsena stingdančiai ima,
kai skonis dar įprastas, įprasta būti išėjus, –
kai verkiam, kad lietėme, –
miego vaikai, išnešioti per tamsą į rytą.
Sapnuojamą armiją – žirgą, karalių ir bokštą –
išlydžiu per juodą ir baltą senamiesčio lentą
į uždraustas užtvankas.
Kvepia krantai, bet suoleliai ir upė – dažyti,
negalima liestis, negalima būti, kur trokšta,
kur pirštinės krito į šąlančio sapno placentą –
girdi, tarsi lūžta kas? – –
Jeigu nežaistume? – Aš jau žinau: pasiduodu.
Nakties artilerija dyla į brėkštantį skliautą.
Vis tiek neišaugsiu iš apkaso – žemė derlinga,
bet sutemos genimos –
švinta, ir nuolat prašvinta, ir lieka tik tuodu –
o jie – jau ne mes, mūsų kojos nebuvo apautos,
bet amžiną sniegą, kuris jiems praėjus pradingo,
nešiosiu gyvenimą.
ketindami žaisti, kad nieko nėra, tik žaidimai
ir duona, išbarstoma paukščiams ir ledlaužiui vėjui
į kerinčią prietemą.
Viešpats nubus, bet nubus per vėlai – mes jau baigę,
tik įprotis geisti, kai šypsena stingdančiai ima,
kai skonis dar įprastas, įprasta būti išėjus, –
kai verkiam, kad lietėme, –
miego vaikai, išnešioti per tamsą į rytą.
Sapnuojamą armiją – žirgą, karalių ir bokštą –
išlydžiu per juodą ir baltą senamiesčio lentą
į uždraustas užtvankas.
Kvepia krantai, bet suoleliai ir upė – dažyti,
negalima liestis, negalima būti, kur trokšta,
kur pirštinės krito į šąlančio sapno placentą –
girdi, tarsi lūžta kas? – –
Jeigu nežaistume? – Aš jau žinau: pasiduodu.
Nakties artilerija dyla į brėkštantį skliautą.
Vis tiek neišaugsiu iš apkaso – žemė derlinga,
bet sutemos genimos –
švinta, ir nuolat prašvinta, ir lieka tik tuodu –
o jie – jau ne mes, mūsų kojos nebuvo apautos,
bet amžiną sniegą, kuris jiems praėjus pradingo,
nešiosiu gyvenimą.
Overgrown
trenches
Choose
your weapons – we’re going out into November frost
wanting
to play because there is nothing but games
and
bread scattered to the birds and to the icebreaking wind
in
the bewildering dusk
The
Lord will awaken, but it will be too late – we’re already done,
only
the habit of longing when a smile takes over numbingly
when
the taste is still habitual, when it is habit be out –
when
we cry because we touched –
children
of sleep, carried through the dark into morning.
Dreaming
an army – steed, king, and tower –
I
see them off across the black and white old city battens
into
the forbidden lagoons.
The
banks are fragrant, but the benches and river are painted,
we
cannot touch, cannot be where we desire,
where
the gloves fell into the freezing dream’s placenta –
do
you hear that – something breaking?
And
what if we were to not play? – I already know: I surrender.
Night’s
artillery wanes into the breaking heavens.
But
I still won’t overgrow the trench – the earth is rich
but
the dark prunes –
dawn
breaks and finally it is daylight, and only two remain –
they
– already not us, our feet are unshod,
and
the eternal snow, that disappeared after they crossed,
I’ll
carry for a lifetime.
Translated
by Medeinė Tribinevičius
Senos traukos
Aš Tau dovanočiau
po kabantį sodą už
naktį.
Paskui patikėsiu,
kad Tu man visus
dovanojai, –
jei sėsčiau ir jočiau,
ir žingine dužtų į
taktą
koralai degėsių,
prilimpantys vėtrai prie
kojų.
Iš Tarpupio miestų
išsinešu kvapnų
aliejų,
jis primena odą,
kurią glamonėjo
dievybės.
Galiu atsisėsti
ant kelio išdžiūvusiam
vėjui. –
Mane teišduoda
šešėlis, po kūnu
pakibęs.
Dabar – – aš tik
smėlis,
manęs nebeklausia
gyvatės,
kas dangų išskynė,
kas nusmeigė vanagu
liūtį.
Aš niekam negėliau,
aš laukiu, kol eisime
patys,
į kitą žemyną,
ir nešime laiko likutį
iš tūkstančių žemių,
kurias apkeliausime
tyčia,
kur mūsų meilužiai
lydėdami mos mums
pareiti.
Ar daug užgyvenom? –
Vien tai, ko daugiau
nedaryčiau. –
Net šarvo drabužį –
ir tą susidėjau į
kraitį.
Old
attractions
I’d
gift You
one
night in a hanging garden.
And
later believe
that
You gifted me every night –
if
I sat and rode,
and
the pace broke measure
beads
of charred ruins,
tempests
sticking to legs.
From
the city between rivers
I’ll
carry fragrant oil,
reminiscent
of skin
caressed
by gods.
I
can sit down
on
the road parched by wind. –
A
shadow betrays me
caught
under my body.
Now
– – I am merely sand,
snakes
no longer ask me
who
has hewed the sky,
who
has stabbed the torrent of hawks.
I
stung no one
I
waited, until we were travelling
to
the other world
carrying
slivers of time
from
a thousand lands
that
purposely traversed,
where
our lovers,
leading,
wave for us to cross.
Have
we over-lived? –
The
only thing that I’d no longer do. –
Even
my armoured clothes –
those,
too, I have put in my dowry.
Translated
by Medeinė Tribinevičius
Mergaitės
prie taikinio
Jos
pakelia nepakeliamai gėlas
praeivių prisigėrusias akis
ir stebi dangų tartum paviljoną –
didžiausią gaubtą, dengiantį kitus.
Tai mugė baigias. Tai diena, iškėlus
varinį raktą, tikrina duris,
kol atsišlieja į vežimo šoną,
ir vakaras bučiuoja jai pečius.
Jos pakelia nepakeliamai tyras
žalias akis, prisirpusias naktų,
laužų, gašlių šnekų, tylos ir juoko.
- - Kažkas tarp vagonėlių pasimes,
kažkas stovės sulaikęs kvapą – miręs –
prie užvertų nemiegančių langų.
- - Kažkas kažką laimėjo. - Nieko tokio. -
- - Jos renka išbarstytas tūteles.
praeivių prisigėrusias akis
ir stebi dangų tartum paviljoną –
didžiausią gaubtą, dengiantį kitus.
Tai mugė baigias. Tai diena, iškėlus
varinį raktą, tikrina duris,
kol atsišlieja į vežimo šoną,
ir vakaras bučiuoja jai pečius.
Jos pakelia nepakeliamai tyras
žalias akis, prisirpusias naktų,
laužų, gašlių šnekų, tylos ir juoko.
- - Kažkas tarp vagonėlių pasimes,
kažkas stovės sulaikęs kvapą – miręs –
prie užvertų nemiegančių langų.
- - Kažkas kažką laimėjo. - Nieko tokio. -
- - Jos renka išbarstytas tūteles.
Girls
by the target
They
raise intolerable sweetnesses
are
drunk in by passerby eyes
as
they look at the sky as though it were a pavilion –
the
largest dome, covering all others
The
market is ending. That’s it for the day, copper key
raised,
she checks the door
and
leans against the wagon side
until
the evening kisses her shoulders.
They
raise intolerable clear
green
eyes, ripe with nights
fires,
sensual conversations, silence and laughter.
– –
Someone
will get lost between these wagons
someone
will stand, holding their breath – dead –
beside
the closed sleepless windows.
– –
Someone
has won something. – Nevermind. –
– –
They
collect the scattered cartridges.
Translated
by Medeinė Tribinevičius
SARA GODOY, Las Palmas de Gran Canaria
Luna
Por el ventanal
cerrado penetra la luna llena
iluminando una
estancia que deseo en penumbra.
La luna, la que en
mis paseos nocturnos sin miedos
me guiaba dando luz
plateada al río.
La que jugaba a los
reflejos.
La que embelesada yo
miraba
y mis ilusiones y
proyectos en susurros
callados le contaba,
¡porque eran tantos!
Que temía saturarla
y me olvidara.
Debí contarle más
y con más voz.
Con esa voz que
ahora callo por temor.
Debí cansarla y que
no volviera.
Cuando se esconde,
desde el ventanal oscuro
veo las flores del
jardín moviéndose
para correr a otra
tumba que ya se abre.
Todas van allí, a
la última morada
de los que se creen
olvidados, se descuidan y pasean.
Se sienten libres y
siempre son acechados.
Los que no tienen un
ventanal protector
y como pueden se
cuidan.
De los que van al
trabajo de acá para allá y en el allá balacean.
Y así van cayendo
los que hablan, los que alzan la voz al viento.
¿Y la ley y la
justicia? Entre brumas arenosas, cegados, dicen no ver.
Esas flores ya no
adornan salones, se pudren en lápidas,
como los muertos.
Qué más da si son inocentes, todo es impunidad.
Cuando la ciudad
recobre la cordura oleré la libertad,
buscaré olores que
no me recuerden ese olor a muerto,
ese olor a flores.
GLORIA SANTANA DÍAZ, Las Palmas de Gran Canaria
MI HUECO
Una boca, sangrante que es mi hueco,
hermana por donde expele la muerte
tu-mi última palabra-vida amordazada,
síntoma único de que tuviste-tuve
un momento pequeño y doloroso
en el que pisé el desierto, descalza.
Envió mi hermana un libro, de aquellos
de aquellos que no leo, porque
me olvidé, junto al hambre,mi hora
de ir al colegio.
Una se lo imagina así; pero
múltiples vidas en una sola muerte que
también me pertenece como cada pedacito
de cuerpo, indefenso de mujer bella toda
como cada una, como sólo la belleza,
se nombra; se apropia y acoge esponjosa
una rabia, un grito y un ahogo,
de madre, de hija, de hermana, de amiga,
de eterna mujer sin color, invisible
para la justicia y visible para
la "anónima violencia".
DAVID TORREJON, Alpedrete, Madrid
LA CACERÍA
Cuando una vida no tiene valor, ninguna
vida tiene valor.
Los ha podido esquivar durante sus
pocos meses de vida. A su madre ya la mataron. Pero, en el fondo,
tuvo suerte porque por aquel entonces ella ya podía buscarse la vida
por sí misma, igual que sus hermanos. A algunos de ellos también
los mataron, otros se fueron o desaparecieron. Ella no ha podido irse
muy lejos. Tiene una herida mal curada que le impide correr y
sobrevive desplazándose de noche y con sigilo hasta lugares donde
casi siempre encuentra algo de comer.
Pero, esa mañana, una máquina irrumpe
para retirar los tubos donde se ha estado guareciendo durante el día
desde hace un tiempo. Consigue saltar antes de ser aplastada, pero
queda por un momento desprotegida bajo el sol blanco que hiere sus
pupilas. Mientras puede hacerse con esa explosión de claridad
inesperada, es su oído el que le avisa del peligro.
.- ¡Mirad allí! ¡Vamos!
Los chicos se reúnen y salen a la
carrera. Ya saben cuál es la táctica, rodear a su objetivo, y la
ejecutan a la perfección. Ella los ve venir y no encuentra la forma
de escapar. Desesperada, empieza a gritar. Es un grito desgarrador
que parecer enardecer aún más a sus perseguidores. Intenta huir
pasando por el hueco entre dos de ellos que le parece más amplio,
pero su herida le impide correr lo suficiente. Un palo le golpea la
espalda y, aún con todo, consigue alejarse renqueante. Pero los
asesinos no se rinden. Es su diversión de esa mañana sin colegio,
sin padres, sin nadie que no vea en eso que hacen una diversión de
chiquillos. No van dejar que termine tan pronto.
Finalmente, la acorralan en un alpendre
medio derruido. Está en un sitio de difícil acceso y ya saben que
no conviene arriesgar la mano. Al cabecilla se le ocurre una idea
brillantel. Mientras unos cuantos impiden su salida, otros pocos
dejan caer sobre su frágil escondite una piedra de buen tamaño. El
efecto les satisface mucho más de lo que esperaban y lo celebran con
gritos de júbilo. Todo se derrumba con estruendo alrededor de ella
entre una nube de polvo.
.- ¡Qué grande! Ha sido nuestra mejor
caza.
.- Ya, pero ha muerto muy rápido.
.- ¿Y el espectáculo, qué?
.- Grandioso. Vamos a ver qué ha
quedado del bicho.
Los chavales se aprestan a quitar los
trozos de techumbre y piedra. Lo que se encuentran al terminar no es
una pequeña gata callejera aplastada. Es algo que no se esperan.
.- ¡No puede ser! ¡Es mi hermana!
.- No. ¡Es la mía! ¡Hermanita! ¿Qué
le hemos hecho?
.- ¡Cállense! ¿No ven que es mi
mamá?
MONTSERRAT VILLAR GONZÁLEZ, Ourense, Galicia
ORACIÓN DE URGENCIA POR CIUDAD JUÁREZ
Que la palabra se haga carne
que cubra los huesos
que la injusta violencia provoca.
Que el sueño que,
algún día, los niños tuvieron,
sane las heridas de los otros.
Que se cicatricen las llagas
y supure esa ira
hasta secar el aire homicida.
Que los ojos de las desaparecidas
conviertan en futuro la frontera,
bailando en estrellas cada noche.
Que las poesía no se olvide,
silenciando balas y mentiras,
que el hoy sea mañana, verso y leyenda.
Que la palabra se haga carne
que cubra los huesos
que la injusta violencia provoca.
Que el sueño que,
algún día, los niños tuvieron,
sane las heridas de los otros.
Que se cicatricen las llagas
y supure esa ira
hasta secar el aire homicida.
Que los ojos de las desaparecidas
conviertan en futuro la frontera,
bailando en estrellas cada noche.
Que las poesía no se olvide,
silenciando balas y mentiras,
que el hoy sea mañana, verso y leyenda.
LACOZ NAHUARLF , Torreón, Coahuila
Juguemos
a parafrasear la realidad
Y
sobre todos los versos de mi infancia
San
serafín del Monte
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano ignoraré
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano ignoraré
San
serafín del Monte
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano me haré güey
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano me haré güey
Adivinanza,
adivinanza
Acá viene una adivinanza:
Sicarios pasan por mi casa
En la banqueta hay tirado un corazón
El que no se lo imagine
Obviamente no es de esta región
¡Qué es? ¡Qué es?
El pan nuestro de cada día
Aserrín,
hacen bang!
Los sicarios no se van
Piden cuota, se las dan
Piden vino, se los dan
Se lo toman, te torturan
Y con suerte no te embolsan
Los sicarios no se van
Piden cuota, se las dan
Piden vino, se los dan
Se lo toman, te torturan
Y con suerte no te embolsan
Y
se burlan y se van
Aserrín, hacen bang!
Aserrín, hacen bang!
Laguneros y don Juan
Piden paz, no les dan
Piden besos, dejan tiesos
Y les cortan los pescuezos
Y nos ponen a llorar
Aserrín, hacen bang!
Bang! Bang!
San
serafín del Monte
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano ignoraré
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano ignoraré
San
serafín del Monte
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano me haré güey
San serafín Cordero
Yo como buen cristiano me haré güey
SAMIR DELGADO, Playa Arinaga, Canarias
POEMA POR CIUDAD JUÁREZ
[Homo
fronterizus]
Sobre
una obra del artista mexicano Guillermo Gómez-Peña
En
el Hall del genocidio
(Serie
The Chicanarian Expo, 142x103 cm, 2006)
Desde
el silencio macabro de las calaveras
un
viejo brujo intergaláctico transfronterizo
con
penacho indoamericano de hamlet paramilitar
opera
su exorcismo sobre la mirada de los turistas.
Nunca
la historia estuvo tan cerca de Ciudad Juárez.
Una
sola fotografía vale para todo el miedo del mundo.
JORGE M. MOLINERO, Valladolid, Castilla y León
Se equivoca Señoría, si piensa que
me vendí por cuatro monedas. Fue el miedo
y la sangre. ¿Había elección?, tenía mujer
e hijos. Me compraron el miedo y la sangre.
¿Nombres?, usted me pide nombres, ¿de qué
iba a sevir?, ya no tengo nada, ni miedo me queda,
la tragedia de sobrevivir a los hijos es un hecho.
Nombres, usted me pide nombres.
Todos, todos los que imagine y más. También
el del compañero del detector de armas de este juzgado.
Tiene hijos, tiene mujer. Le compraron el miedo
y la sangre. Hizo la vista gorda. Antes de que pueda
dar un solo nombre, comprenderá el sabor del miedo.
De la sangre. Cuando todos hagamos boom.
soy
de letras
descubrí
demasiado pronto
las mentiras
de las matemáticas
el orden de los factores /
no altera el producto
pero nunca
se suicida
antes
el maltratador
y este un poco raro
VÍCTIMA Nº 27 EN LO QUE VA DEL 2014
(flashback)
me vendí por cuatro monedas. Fue el miedo
y la sangre. ¿Había elección?, tenía mujer
e hijos. Me compraron el miedo y la sangre.
¿Nombres?, usted me pide nombres, ¿de qué
iba a sevir?, ya no tengo nada, ni miedo me queda,
la tragedia de sobrevivir a los hijos es un hecho.
Nombres, usted me pide nombres.
Todos, todos los que imagine y más. También
el del compañero del detector de armas de este juzgado.
Tiene hijos, tiene mujer. Le compraron el miedo
y la sangre. Hizo la vista gorda. Antes de que pueda
dar un solo nombre, comprenderá el sabor del miedo.
De la sangre. Cuando todos hagamos boom.
soy
de letras
descubrí
demasiado pronto
las mentiras
de las matemáticas
el orden de los factores /
no altera el producto
pero nunca
se suicida
antes
el maltratador
y este un poco raro
VÍCTIMA Nº 27 EN LO QUE VA DEL 2014
(flashback)
ANÍBAL ALVAREZ, Ayamonte, Andalucía
Alcemos
nuestras voces por
las mujeres asesinadas
En
las estadísticas feroces y criminales de los asesinatos contra
mujeres, en ese infame capítulo de depredación y escarnio que
avergüenza a la Humanidad, en ese capítulo siempre abierto, siempre
sin cerrar, de la historia vil y canalla que convierte a la mujer en
la diana sobre la que impactan los cuchillos y las balas de los
sicarios del mal, la población mexicana de Ciudad Juárez se alza
con el primer lugar. Nadie parece hacer nada para apear a Ciudad
Juárez de ese triste y sangrante récord de violencia y muerte que
se le ha adherido a la piel.
Ciudad
Juárez, donde 4 de cada 10 personas asesinadas son mujeres, se ha
convertido en el símbolo mundial del feminicidio, palabra que define
los homicidios perpetrados contra mujeres, cuyos cuerpos aparecen,
cuando aparecen, mutilados o violados, con muestras evidentes e
irrefutables de haber sido asesinadas, según Amnistía
Internacional, usando “grandes dosis de violencia sexual y física”.
No es necesario aprender sociología para saber que una sociedad
donde las mujeres mueren a manos de los hombres es una sociedad
enferma.
Los
asesinos, violadores y verdugos de esas mujeres son hombres, aunque a
veces esos hombres son tan jóvenes que aún no han dejado del todo
atrás a esa infancia que es manipulada y agredida por quienes actúan
en la vida sin limitación moral alguna. Sandra Rodríguez, autora
del libro La fábrica
del crimen, afirma que
los jóvenes de Ciudad Juárez matan porque no existe un castigo por
hacerlo y porque el homicidio no se investiga y existe una especie de
conciencia de impunidad, lo que es tanto como decir que no les va a
pasar nada.
Mueren
muchas mujeres en Ciudad Juárez, pero otras quedan vivas y deambulan
como fantasmas y espectros clamando una justicia que hace oídos
sordos para no oír los gritos y las razones de los más
desfavorecidos. Son las víctimas invisibles, mujeres sobre las que
las autoridades han desplegado el manto de la invisibilidad: viudas
de hombres que han sido asesinados por la lacra del narcotráfico,
mujeres que tienen que cargar con sus nietos porque sus madres han
caído baleadas o acuchilladas, mujeres que deambulan por la
geografía siniestra de las morgues para tratar de localizar a sus
muertos, niñas que se quedan sin madres, madres que pierden a sus
hijas. La mujer, tan esencial que sin ella no existiría el hombre,
es la que casi siempre paga por las frustraciones que merman la
capacidad de aguante del varón.
¿Hay
un origen claro en ese estado de cosas? Siempre lo hay. Muchos lo
atribuyen al narcotráfico, un negocio lucrativo que corrompe
voluntades y corroe hasta los cimientos de una sociedad trastocada
que sigue un rumbo ético y moral errático y ha pasado -como señaló
en su día Antonio Gala- de adorar al becerro de oro para adorar al
oro del becerro. El tráfico de drogas se convierte, sin embargo, en
la argamasa vil sobre la que se alza un tinglado mafioso y
especulativo que maneja exorbitantes cantidades de dinero. El dinero,
esa palanca poderosa que todo lo mueve, doblega dignidades. Pero uno
coincide con Alma Gómez, coordinadora de la Fiscalía General de
Chihuahua, en que “Atribuir los muertos al narcotráfico es la
mejor excusa para no investigar”. Si se investigara, si los
escandallos del interés no se quedaran en lo que parece obvio y
descendieran a la raíz sustancial de las cosas, se vería que el
mundo tenebroso del narcotráfico, la urdimbre que hace posible su
existencia, no está muy lejos de la miseria y la ignorancia. Y
miseria e ignorancia son el caldo de cultivo en el que se condimentan
casi todas las injusticias.
El
universo oscuro y hediondo del narcotráfico prospera porque la
miseria y el miedo de la población, la ignorancia en la que viven
los hombres, mujeres, niños y niñas de una buena parte del mundo,
junto al desinterés, la política de ojos cerrados y la injusticia
mostrada por quienes gobiernan, la hacen posible. No conviene llegar
a la raíz de ningún asunto, porque es justo en la raíz donde
podría estar la solución y la solución es lo que una parte podrida
de esa sociedad, la más inclemente y dura, trata de impedir con
tantas muertes. Vivir en la impunidad y la degradación le ha
resultado siempre rentable a quienes carecen de la empatía
suficiente como para ponerse en la piel de sus semejantes.
Creo
no equivocarme si digo que a nosotros, los que hemos sido convocados
para solidarizarnos y denunciar, no ya lo que les ocurre a las
mujeres en Ciudad Juárez, sino en todas las partes del mundo donde
la maldad y el machismo contra las mujeres campan por sus fueros, a
nosotros, repito, nos alcanza y salpica tanto horror y tanto dolor.
Estar hoy aquí, en este momento, es hablar del dolor de los más
débiles, las mujeres y los niños, víctimas propiciatorias de la
fuerza chulesca y brutal de los más fuertes, esos mercenarios del
terror y del miedo que tienen el corazón y los oídos cerrados para
no escuchar los gritos de angustia proferidos por sus semejantes.
Déjenme que poetice tanto drama y les diga que…
….
humanizado y empático
con
el dolor del otro, con la persona
que
no tiene nada y no le queda más que llorar
la
dimensión exacta de su desconsuelo,
yo
pienso que hay algo terrible
en
los hombres, algo feroz y siniestro
que
por mucho que me esfuerzo
en
comprenderlo yo comprenderlo no puedo.
Me
esfuerzo y quiero
no
ser un demagogo de los sentimientos,
pero
cuando veo a esos niños rotos, deshechos
por
misiles, bombas lapas o de racimo, esos niños muertos
entre
ruinas que nos miran con los ojos de par en par abiertos,
esas
mujeres de Ciudad Juárez cuyos cuerpos aparecen destrozados
y
muertos en tierras del Cerro Bola o el Cristo Negro,
no
puedo por menos que pensar que Dios fracasó
al
hacer al hombre y que éste se le quedó sólo en proyecto.
No
entiendo
por
qué a los que usan bombas contra sus semejantes
les
llaman terroristas, mientras que a los que fabrican
las
bombas les llaman comerciantes.
Perdonad,
pero no lo entiendo,
aunque
visto lo visto les confieso:
la
persona que escribe esto no es más que uno de esos ignorantes
que
se preocupan en demasía de las cosas del sentimiento.
Creo
que el hambre es un azote para la Humanidad. Y creo que ese hambre,
derivado de una educación paupérrima, es capaz de explicar muchas
cosas por sí mismo, porque ambos, hambre y poca o ninguna educación,
son productos de las injusticias cometidas por esa justicia que se
gesta y se larva no solo en los aledaños del poder, que es el que
debiera preocuparse por los ciudadanos, sino en su mismo núcleo
político. El poder es en sí mismo el culpable, por omisión o
inhibición, junto con otros factores igualmente sangrantes e
ignominiosos, de las violaciones y muertes de tantas mujeres. Poder y
dinero van unidos, y junto a ellos, como conformando un triunvirato
maléfico, la corrupción. Cuando el poder político se distancia de
los valores, yo diría que sagrados, de la moral, la dignidad y la
ética, cuando el binestar de todos se convierte solamente en el
bienestar de unos pocos, se origina una filosofía tan destructiva
que los valores de la sociedad se pervierten y resquebrajan.
El
pueblo de Ciudad Juárez, muchos de sus habitantes, especialmente las
mujeres, tienen hambre de justicia. Muchas, incluso de pan. Ambas
hambres forman la urdimbre de un cesto en el que caben todos los
crímenes e injusticias posibles. Y el crimen contra los niños y las
mujeres es el peor de todos, porque cuando se atenta contra una
mujer, cuando la prepotencia del hombre se ensaña con ellas, cuando
se le asesina, se le agrade, viola y mata, es toda la creación la
que siente ese crimen en las entrañas. No nos perdamos en sofismas
matemáticos ni hagamos estadísticas cuando hablemos de asesinatos
de mujeres. Una sola que muera víctima de la violencia es un
atentado contra toda la creación, un fracaso de la Humanidad, así
que permítanme que me dirija a los estadísticos, esos señores que
manejan números y cifras, para decirles lo siguiente:
Caballeros,
por favor... Por favor, caballeros...
No me habléis de
estadísticas,
esa acumulación de datos y
números sin alma
que mete a los muertos del
Nargis y a los del Katrina
y en realidad a todos los
muertos
en fríos gráficos, en
cálculos y cifras que no sirven para nada.
Mirad que no somos pollos de
ningún gallinero.
No,
no me habléis, por favor, de estadísticas.
De
estadísticas no, por favor, caballeros...
Habladme
de esa mujer asesinada en Ciudad Juárez,
de
sus ojos sin luz, dilatados y abiertos.
Habladme
de las personas.
De
las mujeres que mueren en Ciudad Juárez,
víctimas
de quienes se relacionan con ellas a través de la rabia.
O
elegid al azar y como si jugarais a la gallina ciega, a una niña.
Por
ejemplo: ésa que tiembla de miedo y de frío,
sola
y triste ella entre tantas ruinas,
niña
en tránsito hacia una mujer que será agredida
hoy
mismo. O tal vez mañana.
Ved
sus lágrimas,
luceros
de luz que, atrapados en el miedo,
se
han congelado y están temblando en unas pupilas
a
las que se asoma el alma.
Miradle
fijamente
a
la cara y pensad en vuestras hijas,
tranquilas
y sonrientes en sus camas.
¿Veis?
Ese
es el rostro de una Humanidad sufrida
que
sabe poco de risas y mucho de lágrimas.
Guardaos,
pues, las estadísticas
con
la que lleváis el agua a vuestros molinos
para
así poder medrar en política.
Yo me quedo con esa niña que
tiembla de hambre
y de frío en un lugar de la
Nada,
sin saber que en algún rincón
de la Tierra,
supongamos que en el Valle de
Juárez, en las cuevas
del Cerro Bola o el Cristo
Negro, en la tierra rocosa
de cualquier barranca o las
cascarrias de algún
vertedero, terminará siendo
violada.
¿Por
qué no le decís a sus asesinos,
todos
esos que se enamoran de las rosas,
en especial de las más
tempranas,
esas que ni siquiera
conocen los secretos
rubios de la miel cuando son
por las abejas libadas,
que las están asesinando
sobre sucios camastros
y las dejan solas entre el
estiércol y la pobreza acongojante
de los grandes y sucios
núcleos marginales?.
Dejad los números y
preguntadle que por qué las violan
en las chozas, en las vías
miserias,
entre el estupor de la razón
y de la sangre
que clama contra la injusticia
y contra vosotros clama.
Si os preguntáis qué hacen
los gobiernos yo podría responderos
que lo de siempre: mirar para
otra parte,
optar por el silencio, el
ninguneo y la nada.
A los ojos
que no quieren ver,
¿de qué coño le sirven las
gafas?
Hoy alzamos nuestras voces y
nuestros gritos desde Ayamonte, un pueblo blanco del Sur de
Andalucía, pero también desde otras partes de España y en general
desde casi todo un mundo que hoy se ha convertido en otero y atalaya
desde donde gritarle las verdades al mismísimo lucero del alba.
Nuestras voces y nuestros gritos están cargados de razones para
denunciar las sinrazones de todos esos canallas que amparados en la
brutalidad y en la fuerza, sojuzgan y matan a las mujeres al salir de
las fábricas, de las iglesias, de los mercados. Ellas son nuestras
madres, nuestras esposas o nuestras hijas. Por cada una que muera
nosotros nos morimos un poco. Nosotros y la creación, la Humanidad
entera. Con energía, pero al mismo tiempo con piedad, recurriendo
incluso a la clemencia, desde este pueblo nuestro pedimos a las
autoridades de Ciudad Juárez que se impliquen de lleno en erradicar
un mal que acompaña a la ciudad como un estigma. A los asesinos y
violadores de mujeres les pedimos solo una cosa, que cuando vayan a
descargar su ira contra una mujer vean en ella a su madre, a su hija,
a su esposa. Si lo hacen, tal vez funcione la empatía y den marcha
atrás, porque hasta los cuchillos y los revólveres pueden ser
detenidos si oímos la voz de los sentimientos.
Puede que esperar algo así de
los asesinos sea como echarle margaritas a los cerdos. Puede, no digo
yo que no, pero como uno es hombre que cree en el aspecto humano y no
lobuno del comportamiento de los hombres, yo confío en que alguna
vez -y puede que semejante transformación comience en Ciudad Juárez-
el cerdo sufra tal metamorfosis que en lugar de destrozar y comerse a
la margarita se acerque a ella, la huela y la admire, descubriendo
así la poética y el embeleso de su perfume. Si el hombre-cerdo se
acerca a la margarita-mujer y en lugar de destrozarla habla con ella
y le mira a los ojos, puede que se conmueva y comprenda que la mujer
suele darle al hombre mucho más de lo que recibe de él y que
nosotros, los hombres, deberíamos construir un altar donde
adorarlas, nunca una pira en la que apuñalarla y quemarla, porque el
hombre que arremete y mata a una mujer, y esto es necesario gritarlo
en voz clara y alta, arremete y mata a toda la Humanidad.